Monday, December 28, 2015

capitulo 15

Peter lentamente la iba dando vuelta. Lali no se había dado cuenta de lo fuerte que podía ser un hombre comparado con una mujer, hasta quePeter la levantó del suelo como si fuese una muñeca y la apretó contra él. Descalza no le llegaba ni al hombro, y antes de que él se inclinara hacia ella, las mejillas de Lali rozaron el pecho viril que asomaba por la camisa de seda, cuando se abrió inesperadamente su chaqueta. Lali apenas podía respirar ante la esencia de su masculinidad. - Mírame – le dijo cortante. - Por favor, déjame marchar – atinó a decir ella. Peter le tomó la barbilla y se quedó mirándola, como si no la hubiese oído. Lali sabía de los hechos acontecidos esa tarde y el ataque de furia de Peter, habían sido apartados de su mente, y que otras necesidades le urgían en es momento. Lali sintió un torbellino de sensaciones que jamás había sentido. Su cuerpo estaba tenso, y parecía recoger todos los estímulos provenientes de aquella atmósfera. - Peter... – se oyó decir, mientras sentía que sus pies se apoyaban en la alfombra. - Hace tanto que no te oigo pronunciar mi nombre – dijo él en un tono profundo. - No... – dijo ella. El dedo pulgar de Peter recorrió el labio inferior de Lali, haciéndola temblar. Ella intentó moverse, pero la otra mano de él la sostenía con firmeza apoyada en su espalda. Peter la miró intensamente, y con el pulgar separó sus labios y se internó en la boca de ella, mientras la palma le acariciaba la mejilla. Era un gesto más erótico que jamás había experimentado, y lo peor era que le estaba desencadenando una serie de reacciones físicas que reconocía como una traición de su cuerpo a sí misma. Era evidente que él se divertía con sus reacciones, pero su mirada expresaba además una gran satisfacción. Lali lo notaba en la expresión de sus ojos. Peter era un maestro en las técnicas y el arte de seducir, un arte que redundaba en su propio beneficio, aumentando su propio placer. Y estaba acostumbrado a buscar ese placer siempre que afloraba el deseo. - Quiero... – Lali no podía decir más de una palabra. - ¿Más? – Peter la soltó de pronto, y le sonrió -. La próxima vez que te pida que tires la toalla, hazlo, pequeña – le aconsejó suavemente. Lali sintió que esa insinuación podía ser más dolorosa que un puñetazo. Cuando la puerta se cerró tras él, Lali se desmoronó. Lo había desafiado, lo había irritado. Estaba confusa. Todos esos años, nada, y ahora... ¿Por qué ahora? Recordaba lo que le había dicho momentos antes: que su padre no había podido obligarlo a compartir la cama con ella. Y, sin embargo, cuando afloraban sus instintos, parecía que cualquier mujer le venía bien. Lo que estaba claro era quePeter tenía que demostrar que era un macho. Plantearle el divorcio en esas circunstancias hubiese sido contraproducente, porque lo hubiese llevado aún más lejos en sus intentos de intimar con ella. No era el mejor momento de hablar de Benjamin. Lali recogió sus prendas nuevamente. La cuestión era que su marido se había dado cuenta de que existía, aunque sólo fuera de la forma que para él contaba una mujer: sexualmente.

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