capitulo 32

— ¡No! La casa no es de Gaston. — Ah, si. Tal vez no sea lo suficientemente rico para tus ambiciones. Quien sabe Gaston sea simplemente una reserva, en caso de necesidad. ¿De quién es la casa? — No te voy a contar. — Lo descubriré. Sabes eso, ¿no? — Por favor, déjame en paz —Lali suplicó. — Y olvídate que me conociste un día. — Haré eso después que te tenga en mi cama durante algún tiempo. — Lo que pasó ahora, no pasará nunca más. — Me deseas tanto, Lali, que no conseguirás alejarte de mí. El dolor de la humillación la sofocaba. Estaba segura que, para Peter, no pasaba de una prostituta, una mujer deshonesta, promiscua y ávida de dinero. La despreciaba, y usaba el sexo sólo para reducirla a un ser indigno, física y emocionalmente. — No soy lo que piensas —Lali murmuró. — ¡Y no entiendo porqué me odias tanto! — Algún día te lo contaré. —él tenía el rostro duro como piedra. Metió marcha atrás y ella preguntó. — ¿Qué estás haciendo? — Estás tan desesperada por verme lejos de aquí, ¡que quiero descubrir porqué! Desconfiando de las intenciones de Peter, Lali protestó: — ¡No! No vuelvas a la casa. — Tú creaste el problema, cara. ¡Tus dos mundos están a punto de chocar! ¿Lo notas? — ¡La casa es de Alejo! —Lali dijo deprisa. — De Alejo. Gaston es su nieto... — Me dijiste que Alejo era una visita. ¿Acaso eres una mentirosa compulsiva, Lali? — No estoy mintiendo esta vez. Sólo no quiero otra escena. — ¿Ó tal vez estés aterrada por si Gaston descubre un poco mucho sobre ti? —sugirió Peter, de manera desagradable. — No vuelvas a casa de Alejo. Peter deslizó el dedo muy lentamente a lo largo de la cadera de ella, provocándola. Lali se puso rígida. Él la besó entonces, casi destrozándole los labios. Pero no dolió, sólo la excitó. Con la lengua él le probaba los labios, llevándola a la locura. Y Lali deseaba más, cada vez más. De súbito, sin darse cuenta de cuando pasó, notó que ya no estaba sentada, sino acostada. Peter rozó con la mano en la trémula cadera, alejando el vestido del camino.