Monday, December 21, 2015

capitulo 58

Fue la gota que colmó el vaso de Lali. Si intentase defenderse, lo que fuera que dijera sería motivo de sospecha para Peter. Por lo tanto, ¿para qué molestarse? — Está bien, entonces —dijo. — Estoy perdiendo mi tiempo. ¿Dónde vas a dormir? Ganaste la apuesta, ¿no? — Estaba bromeando. — Pero me insultaste. — Concuerdo, fue un insulto. — Me odias —Lali dijo con voz entrecortada. — A veces. — No dándose el trabajo de negar el hecho, saltó de la cama. — Hace cuatro años podrías haber tenido todo esto, cara. Pero estabas tan preocupada en tramar y planear que no podías ver más allá de tu nariz. Me traicionaste por una migaja, cuando podrías haber obtenido mucho más. — No sé de qué me estás hablando. — y no me importa, se dijo a si misma. Aquella fue una noche de bodas de la cual nunca se olvidaría, una humillación de la cual se acordaría siempre. Y le pareció ahora que, no importaba lo que dijera, no sería registrado por Peter. Sus preconceptos estaban muy arraigados, después de cuatro años de asco, sobre lo que él consideraba una traición. — Te amaba —Peter confesó. — No, no me amabas. — Tu traición me alcanzó como un rayo durante mi vuelo a Hong Kong. Fue mi momento de la verdad. Lali quedó pálida y protestó una vez más: — ¡No! No me amabas. — Te amaba, si, y con locura. Oía ángeles cantando, visualizaba nuestra luna de miel, bautismos... Lali quedó paralizada. Tuvo la impresión que ganó una fortuna y perdió el billete para probar su derecho a recibirla. ¡Que ironía de la suerte! Durante tanto tiempo creyó que Peter simplemente la usó durante algunas horas, para su diversión; y ahora estaba destruida, resentida por la injusticia que los separara. — Pero no me amaste por mucho tiempo. —fue todo lo que ella consiguió decir. — No, no por mucho tiempo. Pero el asunto de tu robo en la Bolsa está cerrado. — No puede estar cerrado. Nunca estará cerrado. Si yo hubiera tenido la oportunidad de hablar, antes de nuestro casamiento, y sin la presencia de Alegra, habría exigido ver esa evidencia que insistes que tienes. — ¿Para qué? ¡Dime! ¿Para qué? ¿Para forzarme a conocer a tu cómplice? —Peter le lanzó una mirada de odio. — ¿Cómo? — Destruí la evidencia. — ¿Tú qué?

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