Monday, December 28, 2015

capitulo 12

Lali sabía que aún no había salido del estado de shock. No decía nada, sabía que no estaba en condiciones de desafiarlo. Peter estaba preparado. Había estado esperando el momento de la venganza. Del mismo modo que habría esperado la muerte de su padre para liberarse de ella. - Hay muchas cosas que puedo hacer por orden de otra persona, pero compartir la cama contigo no es una de ellas. Tu padre podía obligarme a casarme contigo pero no podía seguirme al dormitorio y forzarme a... - ¡Cállate! – le gritó ella histérica. - ¿Por qué no le contaste nunca la verdad de nuestro matrimonio? Lali se tapó la cara en un intento de no oír más. - Por favor, más no... – murmuró, y no le importó rogarlo. Pero él le sujetó por los hombros con firmeza y le dijo: - ¿Por qué aceptaste la triste realidad de tu cama matrimonial vacía durante todos estos años y no dijiste nada? ¿Por qué? En un acto de arrojo, Lali salió corriendo y atravesó el hall del inmenso apartamento y alcanzó el dormitorio al otro extremo del corredor. Se metió en él y echó el cerrojo. Tenía el estómago revuelto, y tuvo que quedarse quieta un momento hasta que por fin pudo quitarse la ropa, y meterse en la ducha. «Mi padre, lo extorsionaba», repetía sus palabras. Se sentía tan sucia. Era la primera vez en su vida que se sentía verdaderamente sucia. Y no sabía que podía hacer para sentirse limpia nuevamente. Su madre. Que había muerto cuando Lali tenía cuatro años, era un recuerdo difuso. Era la hija de un pequeño aristócrata, que se había apartado de su familia por casarse con Max. Pero Max no le había dicho a su hija por qué. Nunca se lo había explicado. La infancia de Lali había sido una sucesión de niñeras e internados desde una edad muy temprana. Max viajaba incesantemente, y siempre que le había pedido ir a vivir con él. Había llorado mucho antes de que se diera cuenta de que para su padre ella era exceso de equipaje, y que un hombre frío y distante. De todos modos reconocía que su padre se había preocupado por ella más que por ninguna otra persona. Había estado siempre orgulloso de su belleza, de su educación, y su don para la música. Ahora se daba cuenta de que ésas habían sido unas ventajas de gran valor social para su padre. Max había sido ambicioso con relación a su hija. Había querido que se casara con un hombre rico y poderoso. Él mismo había vivido en contacto con la alta sociedad, y quería que su hija fuera miembro de todo derecho de esa misma clase social. Pero Lali había carecido de un verdadero calor de hogar. Y esa carencia afectiva la había llevado a hacer todo lo posible por ganarse la aprobación y el amor de su padre. ¿Cómo iba a imaginarse que Max no era un hombre de negocios legal? ¿Cómo podía imaginarse que su privilegiada vida había sido financiada con algo tan ruin como el contenido de la caja fuerte? Y menos aún, ¿Cómo podría haber sospechado que había extorsionado a Peter para que se casara con ella? Finalmente comprendía la farsa de su matrimonio, demasiado tarde. Los cinco años habían pasado, no podían recuperarlos ni ella ni Peter. No le extrañaba que la despreciara. Y que estuviera seguro de que ella conocía el secreto que no debía conocerse, «para proteger a mi familia», había dicho.

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