Sunday, December 27, 2015

capitulo 7

- ¿De qué se trata todo esto? – preguntó Lali por segunda vez. Hubo un silencio sepulcral. - Creí que los asuntos de la herencia de mi padre ya estaban todos resueltos – insistió Lali. - ¿Estás segura? – respondióPeter con calma. Algo en el tono de su voz le inquietó. Se volvió hacia él, y se encontró con una mirada de hielo. Tenía la sensación de que se avecinaba un desastre, y el terror a enfrentarlo le provocaba un cierto mareo. - Si al menos me explicaras. ¿Qué...? – comenzó a decir Lali. - ¿Por qué tengo que darte yo explicaciones? El desprecio de su contestación la silenció. - Eres tan joven...Debes ser la secreta fantasía de todo hombre – le había dicho una vez. ¿Quién iba a pensar que esas seductoras palabras habían sido pronunciadas por el esposo que la había ignorado durante los últimos cinco años? Sin embargo, Peter había dicho eso la primera vez que se habían visto. ¿Por qué había mentido? ¿Por qué? ¿Acaso había sido por sus tremendas ganas de conseguir las acciones? Seguramente sí. Porque estaba claro que ella no había sido nunca la secreta fantasía de Peter . Él la había usado, igual que su padre, que se había dejado llevar por la fortuna y el status de Peter. Apenada por sus pensamientos, Lali miraba por la ventanilla. Echaba de menos a Benjamin. Benjamin, quien no había sabido siquiera quién era ella la primera vez que se le había acercado. Benjamin, el primer hombre que la había tratado como un ser humano con sentimientos y necesidades, y con opiniones propia Benjamin sólo la quería a ella. No trataba de usarla. En París le diría a Peter que quería divorciarse. No quería arriesgarse a perder a Benjamin. Y estaba deseosa de vivir su propia vida, hambrienta de la libertad que se dibujaba en el horizonte. Peter le había robado su libertad, los años de adolescencia, cuando ella tendría que haber estado saliendo con chicos, divirtiéndose y enamorándose. ¿Por qué no iba a tener derecho a añorar lo que nunca había tenido? Sentada en el jet privado ojeó unas revistas, pero no dejó de notar que la azafata se apoyaba en el hombro de Peter, como si fuera de un harén, y quisiera ganarse los favores del sultán. La atractiva mujer trataba de seducirlo. Reconocía todos los síntomas. ¿Quién mejor que ella para reconocerlos? Al fin y al cabo ella también había sido una víctima de Peter. Pero ahora estaba lejos de él, y se sentía orgullosa de la distancia que había podido poner. Peter, era un hombre con un temperamento acorde con su origen griego, con un aspecto de estrella de cine, no se le movía un pelo, ni física ni emocionalmente. Era además un hombre despiadado, caprichoso, arrogante y perverso con sus enemigos o con aquellos que se le oponían. Si ella hubiese sido su mujer real, no se hubiera arriesgado a andar con otro hombre. Una limusina los recogió en el aeropuerto de Charles de Gaulle, y los condujo por una ciudad atestada de coches. Se bajó del vehículo. El orgullo le impedía preguntar nuevamente adónde iban, simplemente observaba. Él se bajó también, y se dirigió al edificio más cercano. En la mano llevaba un maletín de ejecutivo. Y el edificio, por su apariencia, debía ser un banco.

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