Tuesday, December 22, 2015

capitulo 67

— No teníamos ninguna privacidad en casa de Alejo —él agregó. A pesar que Peter dijo eso, Lali sabía que ambos siempre habían evitado estar solos. Por orgullo y venganza ella huyó de una confrontación directa. Quiso que Peter sufriese. No en tanto, se dio cuenta que sufrió también, y sufría aún, más que él. — Dio mio, lo que está pasando entre nosotros ahora, no tiene nada que ver con el castillo. No somos recién casados comunes. —Peter sonrió irónicamente. — Pero tampoco precisamos quedarnos aquí. Tengo una casa en la playa, por si quieres ir a otro lugar. Concesiones, pensó ella. Sin razón plausible, él resolvió poner de lado el deseo de castigarla. Al final concluyó que no podría castigarla sin lastimar a Alegra. Así sería siempre un matrimonio de conveniencia, ese matrimonio que ella creyó era fácil de aceptar, Lali se dijo a si misma, con una sensación de agonía. — ¿Lali...? ¿Qué te parece la idea de la casa en la playa? — Como quieras —respondió, con indiferencia visible. — Es... linda. —Lali miraba la alianza, llena de brillantes. Pero la veía más como una cuerda con la cual le gustaría apretar el cuello de Peter. Sus recuerdos fueron tan enervantes que la colocó de nuevo dentro del estuche. Joya de Cartier, notó, sin sorpresa ni placer. Nada de poco valor, esta vez... pero aún un símbolo vacío, pensó. — Póntela en el dedo —sugirió Peter. — Más tarde. Lali tiró el estuche en su cartera, y lo pondría luego en la gaveta, junto con los otros regalos. No quería usar nada que él le diera. Peter con certeza creía que la haría feliz si la llenase de joyas. Ya le compró un fabuloso reloj de oro y una pulsera de esmeraldas y brillantes... ¡eso sin hablar del horroroso pez dentro de un acuario! Freddy, el nombre con que bautizara al pez, fue el resultado de una prueba de Lali para testear si su marido de hecho compraría cualquier cosa que ella admirase. En la víspera, fingió apreciar el pez en una tienda, sólo para ver hasta donde iba la política actual de Peter, en aprovecharse de todas las oportunidades para satisfacerla. Él palideció, pero compró el pez, por un precio ridículamente alto. Y, para agradarla aún más, dijo que Freddy era lindo, una rareza. Hacía diez días ya que Peter le dijo, sin mucho tacto, que no eran recién casados comunes. De hecho, no lo eran, Lali pensaba con tristeza. Y, lejos de ser un viaje pintoresco, fue el que hicieron por toda Sicilia. De mañana a la noche, con un marido incansable a su lado, ella visitó ruinas, castillos y catedrales. Habían pasado ya varios días en la lujosa casa de la playa. De noche, generalmente salían a cenar. La conversación era siempre sobre Alegra. Volvían de madrugada y... dormían en camas separadas.

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