Wednesday, December 16, 2015

capitulo 16

Peter, sin la menor duda, estaba pálido, una palidez que aparecía bajo su piel bronceada. Lali quedó allí parada, trémula de resentimiento y angustia, e intentando maldecirlo con la mirada. — Precisamos conversar —él susurró. — La única persona con quien preciso conversar ahora es con un abogado. Y tengo mucho placer porque el inútil de tu hermano esté en la misma situación que la tuya. Así, mataré dos pájaros de un tiro. Y, créeme, pretendo ir hasta el final. Ahora, ¡sal de mi camino! — No te aconsejaría consultar un abogado. — Vamos, vamos, ¡claro que no! Pero, al final, vivimos en un mundo libre, ¿ó no? ¿Tú crees muy bueno levantar acusaciones falsas contra mí y hacerme perder el empleo; y yo no puedo intentar defenderme? ¿Quién te piensas que eres, Peter? —Lali preguntó agresivamente, apretando las manos. — ¡Vete! Peter la encaró, como si estuviese hipnotizado, los ojos de reflejos verdosos fijos en los de ella. Irritada por la falta de respuesta, Lali lo empujó con su pequeña mano para sacarlo del camino. Peter le agarró la mano y no salió de su lugar. — ¿Qué pretendes hacer y como...? —Lali casi gritó. Sin la menor ceremonia, y en medio de la calle, él la agarró de la cintura y la irguió, de modo que los labios de ambos se tocaron. Y Peter la besó con un hambre que provocó en ella olas de calor. Un gemido ahogado escapó de los labios de Lali. De modo inesperado, Peter la colocó de vuelta en la calzada, pero bien lentamente ahora, haciendo que el cuerpo de ella se deslizase sobre el suyo, usando toda la sensualidad en ese acto. La cabeza girando, sintiéndose entorpecida, la mente perturbada, Lali descubrió lo que provocara el súbito asalto. Sus mejillas se prendieron fuego al sentir la inconfundible excitación física de Peter. Los misterios de la libido masculina la dejaron desconcertada, en medio de la ardiente discusión. — ¡Dio! —él dijo, en un agitado susurro. — ¡Te deseo tanto! Siento hasta dolor... De súbito, despierta y conciente que estaba sumisa en los brazos de Peter, Lali se separó de él y corrió hacia la puerta del edificio donde vivía. Subió corriendo las estrechas escaleras, llegando al último piso en tiempo record. Puso la llave en la cerradura, después de haber tenido dificultad en encontrarla en la cartera. Sólo percibió que Peter estaba justo detrás de ella cuando abrió la puerta. — ¡Vete! —gritó.

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