Tuesday, December 22, 2015
capitulo 72
— Y sentí recelos de tocarte desde entonces. Dejaste bastante claro que
no me querías.
Lali tuvo deseos de llorar. La verdad era que ambos estaban tan
preocupados en esconderse detrás del orgullo, que rechazaban ceder un sólo
milímetro. Pero, Peter últimamente cedió tanto... ella reconoció por primera
vez. Entonces, ¿amar significaba dejar el orgullo de lado...?
— Durante diez largos y frustrados días fuiste indiferente a mis intentos
de hacerte feliz —Peter se quejó.
Y era verdad, Lali reconocía. Como una criatura terca, levantó una
barrera entre los dos, rehusando aceptar toda y cualquier aproximación.
— No sé más que hacer para agradarte —agregó.
Los ojos de Lali se llenaron de lágrimas.
— Siempre te amé —susurró. — Pero no sabía como acabar con mi
obstinación y...
— Dilo de nuevo —Peter pidió.
— Fue lo que oíste. Siempre te amé.
Él se inclinó y le tomó las manos. Lali mantuvo los ojos cerrados,
controlando las lágrimas. ¡Era tan bueno tener las manos de Peter entre las
suyas! Ella tragó en seco. Sólo ahora reconocía que no se escondió exactamente
detrás del orgullo. Se escondió detrás del pavor de ser lastimada de nuevo. Y,
cuando se tiene miedo, no es posible ser generosa.
— Pero tú no crees nada de lo que te digo —le recordó ella.
— Estoy aprendiendo a creer, cara.
— ¿Crees que Roberto te va a perdonar?
—Si, él tiene espíritu deportivo. Pero le debo un biquini Armani.
— Él estaba apenas... bromeando conmigo —Lali intentaba disculpar
la actitud de Roberto.
— Sí, lo sé. Pero, después de estos últimos días... de la tensión por la que
pasé... —Peter suspiró. — Exploté.
Lali miró las manos que la sostenían, y una intensa ola de amor la
invadió. Creyó que no importaba que Peter no la amase. No importaba que lo
único que los unía era el sexo y la hija de ambos. Había muchas tonalidades
entre el blanco y el negro; ella podría aceptar el gris, y sacar el mejor provecho
de eso. Sin Peter, su vida sería vacía.
— Déjame contarte sobre Gaston —Lali sugirió, intentando alejar los
fantasmas para siempre.
— No, no quiero hablar del pasado.
— Pero...
Peter colocó un dedo en sus labios.
— ¡No! —repitió con firmeza. — Quédate esta noche conmigo.
— Pero son sólo las cuatro de la tarde.
— Estoy haciendo mi reserva con anticipación. —él rió.
— Tenemos que telefonear a Alegra, Peter.
— Estaremos con ella mañana —declaró, levantándola parcialmente de
la cama y abrazándola con fuerza.
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