Monday, December 21, 2015

capitulo 53

Encara los hechos, Lali se decía a si misma. A los ojos de Peter no pasas de una prostituta. ¿Por qué? Porque te llevó a la cama la primera vez que te besó. Volvió a tu vida cuatro años más tarde y, en el espacio de 24 horas, a pesar de los insultos, de las amenazas, de las acusaciones, sucumbiste a sus brazos por segunda vez. No es de extrañar que piense que eres una especie de ninfómana. ¿No se comportaba ella como tal?, una voz interior susurraba. Y pensar que Peter fue el único hombre que despertara en ella ese lado de su naturaleza, el sexo. Lali miró la barricada que puso en la puerta. ¿Sería suficiente para impedir que ella cediese a las tentaciones? El ruido de una puerta que se abría la sorprendió. Se sentó en la cama, el corazón a los saltos. Un panel oscuro, en el fondo del cuarto, se comenzó a mover. En una fracción de segundo Lali se congeló, dándose cuenta de su desnudez. Horrorizada, agarró la colcha y se cubrió. — Santo Dios... —gimió. Peter apareció en la puerta que ella no sabía que existía. Inmóvil, con una bata corta de seda negra, allá estaba él, parecía fascinado por la imagen de su mujer, los cabellos dorados alrededor del rostro sonrojado, los ojos color chocolate brillando como joyas, el cuerpo esbelto mal cubierto por la colcha. Rígida, Lali explotó: — ¡Traidor! Ignoraba que hubiese una puerta secreta. — ¿Una qué secreta? —Peter indagó. — ¿De qué estás hablando? ¿Una puerta secreta? ¿Qué hay de secreto en eso? Es una puerta de comunicación entre nuestros cuartos. — No quiero saber de ninguna comunicación entre nuestros cuartos — Lali protestó. — ¡Vete! Pero la atención de Peter estaba concentrada en la barricada hecha por Lali. Además, muy comprensible. Él cayó en una carcajada y dijo: — ¿Hiciste esa barricada? Nunca en la vida Lali se sintió tan ridícula. — ¡Y que barricada! —él agregó. — Imagino el esfuerzo que te insumió. ¡Me gustaría que no te hubieses desgastado tanto! — ¡Sal de aquí, Peter! — ¡Pero esta es nuestra noche de bodas, cara! Lali tuvo deseos de levantarse de la cama y agredirlo a golpes, a puntapiés. Pero tuvo miedo que la colcha cayera. — ¡Mi respuesta es no! No quiero saber de noche de bodas. — ¿Yo te hice una pregunta? — OK, no estoy preparada para compartir mi cama con un hombre que me considera deshonesta, ¡que me considera una prostituta! — ¿Por qué no? Estoy preparado para sacrificar mis principios...

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