Tuesday, July 7, 2015

capitulo 2

-Su Majestad ha hecho una sugerencia muy inteligente, que resolverá todos los problemas de inmediato, Alteza -anunció entusiasmado.
Peter lo miró interrogante, pero sin demasiadas esperanzas, ya que Rasha.d apoyaba a su soberano incondicionalmente.
-Utilizando nuestros comandos especiales, raptamos al niño... No habrá necesidad de negociar con la extranjera y nos lo traemos a Quamar, le damos otro nombre y lo criamos como si fuese huérfano... Su Ma-jestad teme morirse antes de poder ver al pequeño -se lamentó Rashad.
Peter comprendió que Rashad hacía lo posible para poder decirle a su soberano enfermo lo que este tanto deseaba oír. En cuanto a su respetado padre, la enfermedad y el dolor habían hecho que el último rey de la casa de Lanzani perdiese temporalmente el sentido común y la cautela.
-Por favor, informa a su Majestad de que se resolverá la situación sin necesidad de una intervención tan drástica -dijo Peter secamente mientras abría el sobre. Esperaba ver la foto de una morena de largas piernas, el estilo de mujer que su difunto hermano encontraba irresistible, pero no la había ni del niño ni de su madre. La mujer, llamada Mariana Esposito, había sido bautizada con el nombre de Lali y su madre los había abandonado a ella y a su padre a las pocas semanas de dar a luz a un par de mellizas. A los dieciocho años, Mariana se había fugado de la casa con el esposo de una vecina, pero la relación había durado poco.
Luego la joven se convirtió en modelo, aunque pocas veces trabajaba, y se dedicó a tener numerosas re-laciones con millonarios casados. Cuando dio luz a un, niño, nadie había sabido de quién era, pero la seguridad financiera de que la madre gozó a partir de entonces se vio reflejada en la adquisición de un lujoso piso y una vida de diversión, fiestas y gastos.
Al seguir leyendo, el rostro duro y atractivo de Peter se ensombreció. Ya no lo sorprendía el enfado y la preocupación del Rey Nicolas Pablo se había lavado las manos de su responsabilidad como padre, dejando a su retoño a cargo de una joven irresponsable y egoísta que aparentemente no tenía ni el más mínimo instinto maternal.
Arrojó disgustado el informe sobre la mesa. Ya no tenía la más ligera duda de que era su obligación sacar a su sobrino de semejante hogar. Poco lo consolaba el hecho de que una fiel niñera hubiese protegido al niño de los evidentes excesos de su madre, ya que una niñera era solamente una asalariada de cuyos servicios se podría prescindir en cualquier momento. No tuvo más remedio que reconocer que el niño corría riesgos no solo físicos sino también emocionales en la situación en la que se encontraba.
Su padre tenía razón: la única solución era que llevaran al niño a Quamar. Sin embargo, lograría hacerlo sin necesidad de recurrir a las fuerzas especiales del ejército, lo cual solo causaría problemas diplomáticos, decidió, esbozando una sonrisa sardónica.
Mariana, Lali, como todos la llamaban desde la edad de ocho años, le pasó la carta de Suiza a la mujer canosa sentada al otro lado de la mesa. -y ahora, ¿qué haré?
Julia se puso las gafas, lo cual le daba aspecto de maestra jubilada, precisamente lo que era, y leyó las escasas líneas con la preocupación reflejada en el rostro.
-Has agotado todas las posibilidades.
-Todas no, la única posibilidad recalcó Lali, ya que su única pista había sido la cuenta de Suiza en la que le depositaban a su difunta prima Rocio la generosa renta.
Esperaba establecer contacto con quienquiera que hubiera establecido el sistema de pagos aunque fuese a través de terceros. Sin embargo, a pesar de explicar las circunstancias especiales en que se hallaba, los banqueros suizos, con su característica confidencialidad, le indicaron que insistir sería una pérdida de tiempo.
-No, es tu culpa que al padre de Ben no se le ocurriese establecer algún sistema de contacto para un caso de verdadera necesidad. ¿Quién iba a pensar que Rocio moriría tan joven?
Al recordado, los ojos color negros de Lali se nublaron y tuvo que inclinar la cabeza hasta lograr dominar sus emociones. Rocio tenía solo veintisiete años cuando murió en un accidente de esquí que podría haberse evitado. Pero el final de su prima había sido igual que su vida: como si cada día fuese el último, sin pensar nunca en el futuro.
-Ya sé que la extrañas, dijo Julia, dándole un ligero apretón en la mano-, pero ya han pasado seis sema-nas y la vida tiene que continuar, especialmente en lo que se refiere a Ben. Dudo que llegues a saber quién es su padre, pero quizás sea mejor. Tu prima no era demasiado exigente en la elección de sus acompañantes.
-Intentaba encontrar a alguien adecuado -protestó Lali
-¿De veras? -preguntó Julia con un gesto de duda-. Desde luego que no hay que hablar mal de los muertos, y es preferible recordar sus buenas cualidades, pero en este caso...
 

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