Mientras el piloto hacía una exagerada reverencia, Peter la tomó de la cintura y la subió al vehículo. Lali se ajustó el cinturón con manos ansiosas.
-¿Cuándo veré...?
-Espero poder traerlo a casa esta noche, ten paciencia -informó Peter-. Primero tengo que hablar con mi padre.
-¿y si dice que no? -preguntó Lali con temor. Peter le lanzó una mirada de exasperación. ¿Era tonta o qué? Desde luego que su padre se negaría, pero primero le anunciaría que se había casado con la madre de Ben, porque a su padre no le podía mentir. No podía tener un secreto de ese calibre y, a menos que estuviese equivocado, el rey Nicolas intentaría invalidar el matrimonio, basándose en su celebración sin su consentimiento. Un divorcio no sería necesario. Tampoco sería necesario decirle a su novia que en el espacio de unas semanas la separarían del niño otra vez.
El helicóptero se elevó en el aire y se inclinó para hacer un giro, mostrándole a Lali una vista panorámica de los rascacielos más allá del aeropuerto. Cuando se dirigieron al desierto, la asustó el increíble vacío. Casi inmediatamente le llamaron la atención las extrañas formaciones rocosas y los verdes valles poblados con casas de tejados planos. Dunas de tonos ocre y canela se extendían durante kilómetros y kilómetros. Fue un alivio poner los pies nuevamente en la tierra.
-Está en Anhara, mi residencia particular -murmuró Peter.
De pie al borde del helipuerto, Lali contempló maravillada los frondosos jardines poblados de árboles y arbustos en flor hasta donde alcanzaba la vista. No se divisaba construcción alguna.
-Que lugar tan maravilloso.
-Hace tiempo fue una fortaleza árabe. Hice restaurar los jardines hace unos años -dijo Peter, apretando las mandíbulas cuando recordó el motivo por el que lo había hecho.
Una vereda casi secreta llevaba bajo los árboles a un soberbio arco de antigua piedra esculpida que hacía las veces de entrada a la mansión. Con la sensación de penetrar en un mundo de ensueño, Lali siguió a Peter y, subyugada por el fabuloso interior que pregonaba la antigüedad del edificio, apenas notó a los sirvientes de rodillas.Peter subió las amplias escaleras. ¿Viviría en aquella maravilla de edificio? ¡Virgen Santa, debería pagarle por ese privilegio!
-Lali -dijo Peter extendiendo una mano impaciente para indicarle que se diese prisa.
Una súbita sonrisa le iluminó el rostro al verla acariciar el pasamanos de la escalera. Su admiración lo emocionó. Una lección de buen gusto no le vendría mal a ella, pensó, recordando con un escalofrío la vulgar decoración del piso de Londres, lleno de dorados.
Lali lo miró y su sonrisa la cegó, como si él hubiese de repente encendido un foco en la oscuridad. Trémula y aturdida, sintió el calor de su mano cerrarse sobre la suya y se le cortó la respiración mientras la boca se le secaba. Los ojos masculinos le recorrieron el cuerpo con tal intensidad que la hicieron encenderse como una mecha.
Peter le quitó el pasador del cabello con delicadeza por segunda vez en dos días, dejándolo caer con gesto arrogante.
-Ahora te llevaré a mi cama y te daré placer.
Los ojos negros se abrieron sobresaltados. Una cosa era mirarlo, otra imaginarse cosas, pero convertir sus fantasías en arriesgada realidad era algo totalmente distinto. -¿Có...Cómo?
-Sí, ya verás -prometió Peter con voz ronca, inclinándose para levantarla en sus brazos antes de que ella pudiese anticipar el movimiento.
-¡Bájame inmediatamente! -farfulló Lali.
-Deja ya tu papel de ingenua -dijo Peter con divertida superioridad dando largas zancadas hacia unas puertas dobles del otro lado del amplio descansillo superior-, antes de que me harte.
-¿Que te harte? -susurró Lali estremecida.
-Prefiero que mis mujeres demuestren una sincera pasión -reveló Peter con el tono de alguien que intenta educar-. Estás caliente como una brasa por mí y yo por ti...
-¡No, no lo estoy! -gritó Lali mientras él empujaba una de las puertas con el hombro con toda tranquilidad-. ¡Te equivocas!
-Espero que no -murmuró Peter en un tono ardiente que la hizo estremecerse. .
Pero al cruzar la antesala y dirigirse al espacioso dormitorio, Lali fue incapaz de responder, muda de asombro. Una hermosísima morena totalmente desnuda se reclinaba en la enorme cama como la
seductora hurí de un cuadro. Había adoptado la postura más atractiva posible y cerca de un metro de sedosa cabellera le cubría un hombro para caer en elaborada trenza sobre las blancas sábanas.
Maassss
ReplyDeleteMe mueee quien serasa
otroo
ReplyDeletenecesito mas
ReplyDeletequien sera esa que estaba esperando a peter?
ReplyDelete++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ReplyDeletemas novela
ReplyDeletese le viene problemas a peter con esa loca =)
ReplyDeletecap
ReplyDelete:)
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