Monday, July 13, 2015

capitulo 34

-y te lo advierto -murmuró, modulando cada palabra lentamente-, las mujeres de mi hermano tuvieron hijas, así que puede que nos lleve varios intentos dar en el blanco.
 Lali se ruborizó, abrió la boca y la cerró nuevamente.
-De acuerdo -dijo cuando logró recuperar el aliento-, muy gracioso el chiste, ja, ja, ja. No me siento con deseos de reír en este momento.
-Me alegro, porque no estoy bromeando. Querías ser mi esposa y ahora lo eres. Dar un heredero al trono es una de tus prerrogativas -dijo Peter y se acercó a ella para susurrarle-: Puedes estar segura de que esta semana dormiré en casa todas las noches.
-No le veo la gracia, Peter -dijo Lali, retrocediendo un paso.
-Yo tampoco. Mi sentido del humor murió anoche mientras mi padre decidía si debíamos o no celebrar una ceremonia en la iglesia para sellar nuestra unión-reconoció Peter secamente.
-Dios santo. Pe... pero habrá alguna forma de salir de este embrollo -murmuró Lali.
-Mientras tengamos en cuenta a Ben, no.
-Pero eso no quiere decir que sea un matrimonio real.
 Peter la siguió hasta la pared hacia la cual ella había retrocedido.
-No me conformaré con menos, ma belle.
-¡Pero si tú has estado actuando como si me odiases! -exclamó desesperada cuando sus omóplatos hicieron contacto con la pared.
-¿Acaso eso-me impidió llevarte a la cama anoche?-le preguntó Peter.
-No, pero... -dijo ella, con las mejillas ardiendo.
-¿Te lo pasaste bien? -susurró Peter con voz de terciopelo.
-Eso no tiene nada que ver -respondió ella, apartando la vista.
-Por supuesto que tiene que ver. Después de haberte tomado tanto trabajo para cazarme, te estás comportando de una manera un tanto extraña...
-¡No te intentaba cazar! ¡Lo hice por Ben! -masculló Lali con frustración-. ¡Fue por Ben! Peter le rodeó la cintura con las manos, separándola de la pared y a Lali se le cortó la respiración, sin poder sustraerse al calor que se le comenzaba a encender en la pelvis. A pesar de ello, se defendió.
-¡No te atreverás! -le advirtió.
-Siempre me atrevo -dijo Peter, con los ojos esmeralda como un león fijos en sus labios hasta que ella los sintió hormiguear-, especialmente cuando me desafían a ello...
-No te he desafiado -se desdijo ella al darse cuenta de que era mejor la cautela.
-Dime que no me deseas...
-No te deseo.
-Eres una mentirosa -susurró Peter, deslizando las manos hasta tomarla de las caderas y apretarla contra su cuerpo duro y musculoso. Ella, temblando, sintió la boca seca y el palpitar de su corazón. Su perfume, una mezcla de suave loción y otro aroma que era suyo propio, la embriagó como una droga.
-Por favor, suéltame.
Peter levantó una mano y la enredó en la rubia cabellera, sin separar su mirada de la de ella. Inclinó la oscura cabeza para sellar con sus labios los de ella y, cerrando los ojos, Lali se dijo que se mantendría fría como una estatua de hielo.
Con una ahogada carcajada, Peter  le rozó  apenas la boca con la punta de la lengua y ella se estremeció, sintiendo endurecerse sus pezones. Un calor le surgió dentro, y cuando él profundizó el beso con su lengua, la embargó una excitación incontrolable, arrancándole un ahogado gemido de frustración.
-Te deseo -murmuró Peter roncamente y le levantó la falda para acariciar la curva de su cadera y el torneado muslo. Con la otra mano, le echó la cabeza hacia atrás para darle un ardiente beso que despertó en ella un anhelo incontenible.
No quiso que se detuviese. Trémula, apretándose contra él, su excitación la impedía detenerse. Poniéndole las manos bajo las caderas, Peter la levantó, estrechándola contra él, haciéndola sentir la inconfundible pujanza de su erección mientras la devoraba abesos.
-Quiero estar dentro de ti, ma belle -gimió, y ella sintió que la depositaba sobre algo liso y frío, pero fue incapaz de reaccionar.
Abriéndola suavemente de piernas, la volvió a poner en contacto con él. Ella emitía roncos gemidos. Cada vez que él la penetraba con la lengua, lo deseaba más. Tenía la piel tensa, caliente y los pechos ansiosos de su contacto. Y entonces, se oyó un sonido del mundo exterior, del cual se habían olvidado completamente: el insistente tintineo de un teléfono. Ella abrió los ojos de golpe, preguntándose de repente qué hacía y rápidamente se separó de él. Peter se retiró, con la respiración entrecortada.
-Por una vez, tienes razón. Este no es sitio para esto.
Consternada, lo miró, notando que él también parecía sorprendido.

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