Nunca me rehusé a hablar contigo en toda mi vida –Peter retrucó, interrumpiéndola. – Nosotros, los portugueses, somos siempre corteses con la familia, aún durante las horas de trabajo.
¿Pues cómo explicas que te haya llamado tantas veces y tú nunca me hayas atendido? ¿Y por qué no aparecías en las cenas que te preparaba, queriendo cumplir mi papel de esposa dedicada?
Me estás haciendo falsas acusaciones, Lali. ¿Qué significa todo esto? Estos reclamos no nos llevarán a ningún lado.
Lo que quiero decir es... –se calló súbitamente, cuando Peter la agarró de los hombros y la sacudió levemente.
Estás inventando todo esto, sino, ¿por qué no reclamaste antes? –Peter retrucó con firmeza. – Te invité a almorzar hoy en un lugar reservado para poder disculparme por lo que hice ayer, pero te rehúsas a oírme. ¡En vez de eso me vienes a acusar de cosas que no hice!
¿Me estás acusando de decir mentiras? –Lali se sentía intimidada por estar acorralada físicamente y por el deseo súbito que se apoderó de ella desde que él la tocó exactamente del modo que ella dijo no querer ser tocada nunca más.
Peter percibió que ella se estremeciera y se aprovechó de eso.
Sé cuando una mujer me desea, Lali –dijo con la mirada que ella conocía tan
bien.
Lali intentó reaccionar, pero su cuerpo estaba siendo dominado por reacciones aballasantes y su corazón latía acelerado, el aire le faltaba, y ella entreabrió los labios en una señal de desesperación.
Peter tomó su gesto como una invitación y la besó.
Sus manos enormes jugaron con el cuerpo de Lali, por sobre el vestido de seda, en movimientos eróticos que aumentaron aún más el deseo que ella sentía y el fuego que la consumía.
Lali temblaba cuando lo abrazó. No conseguía pensar en más nada, sólo quería ser abrazada. Con un gemido, Peter la levantó y la mantuvo junto a si.
Lali sabía que no conseguiría más pensar con lógica. Oyó su propio gemido de placer, cuando le tocó con la lengua un punto sensible de su cuello. Él la estaba poseyendo y la llevaría a la locura.
Peter, por favor... –gimió.
¿Por favor qué? –Peter preguntó, alejando su cuerpo.
¡Me estás torturando!
Peter la soltó bruscamente, ella perdió el equilibrio y uno de sus zapatos se le salió.
Si fuera el canalla que crees que soy, te haría implorar para que amara – dijo Peter en tono ronco. – ¡Pero estoy muy excitado para negar lo que he deseado desde hace tanto tiempo!
¿Qué estás haciendo? –Lali preguntó cuando la levantó en brazos.
Lali... –Peter gimió mientras la cargaba por el corredor rumbo al cuarto. – ¿Qué crees que estoy haciendo?
Increible Peter me pone de los nervios, sera tan tonto que solo ve que Lali dice mentiras, ardo jaja
ReplyDeletemas novela
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