Tuesday, July 14, 2015

capitulo 42

 Peter encendió las lámparas junto a la cama. Lali parpadeó y se ruborizó al encontrarse sin vestido, solo con la ropa interior de encaje. Le miró el apuesto rostro moreno Y la leve sonrisa de sus labios le aceleró el corazón. La tranquilizó ver que no seguía enfadado, que sus palabras irreflexivas no lo habían herido de forma permanente.
-Perdóname por lo que te he dicho antes. No sé lo que me pasa cuando estoy cerca de ti. Yo no suelo de cir cosas desagradables -murmuró a la defensiva.
-Olvídalo -dijo él, mirándola-. A veces a mí también me gusta provocar.
Al ver el ávido deseo en sus ojos, que él no intentaba esconder, se le cortó el aliento.
-Tengo un temperamento muy fuerte.
-Al menos esta vez no me diste un puntapié –dijo Peter roncamente, alargando los brazos para desabrocharle el sujetador.
Cuando él comenzó a deslizarle los tirantes por los brazos, una ardiente excitación se apoderó de ella. Sus henchidos pechos de rosadas cúspides quedaron liberados del sostén para que él los contemplase. En el tenso silencio, Lali se quedó sin respiración. -Eres magnífica, ma belle -dijo Peter roncamente.
El cuerpo le hormigueaba a Lali de la cabeza a los pies, deseando su roce. Por primera vez, fue consciente del poder que tenía y de su propia feminidad. Siguiendo un impulso, se arqueó hacia atrás para que sus curvas fueran más prominentes.
Un gemido escapó de los labios de Peter, que sucumbió a la tentación del sensual movimiento, aga-rrándole con una mano el cabello para acostarla sobre las almohadas y cerrar su boca con urgencia primero sobre un duro pezón y luego el otro. Todo el aire de los pulmones femeninos brotó en un largo gemido sobrecogedor.
-Estoy perdidamente enamorado de tu maravilloso cuerpo -confió Peter con fervor entrecortado.
Lali no pudo responder, todo su cuerpo estaba entregado a la provocación de los dedos masculinos acariciándole los rotundos senos y jugueteando con sus tiernas y palpitantes cumbres. Hundió las manos en el espeso cabello masculino, las caderas moviéndose sobre el colchón mientras una ola de fuego se extendía por ella con una estremecedora intensidad. Peter acarició con su lengua las duras cúspides hasta hacerla perder el aliento.
-Tienes un efecto volcánico en mi libido -dijo, y con un ágil movimiento, se puso de pie para quitarse la ropa.
-¿De veras?
Nunca había soñado tener ese efecto en un hombre.
Nunca había sospechado que saberlo le permitiría estar semidesnuda sin avergonzarse, aceptando la ardiente admiración de los ojos masculinos.
-Eres una mujer muy sensual -le dijo Peter con ronca admiración.

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