-No es necesario que te sientas incómoda. No me importa lo del niño. Después de todo, yo no amaba a mi esposo -le dijo Belen sin titubeos-. He venido a hablar de Peter...
-Pero yo no quiero hablar de él -la interrumpió Lali.
-Lo único que pido es que escuches -dijo Belen, la dureza reflejada en sus ojos oscuros.
-Quizás tampoco quiera escuchar -dijo Lali, poniéndose de pie. Se dirigió a la ventana y luego miró a Belen, sin saber si decide que se marchase. Por una parte, deseaba escuchar, pero por otra, temía lo que la otra pudiese decir.
-Peter y yo nos enamoramos hace casi seis años -declaró Belen-, pero fuimos discretos sobre nues-tros sentimientos porque ninguno de los dos tenía prisa por casarse.
Entonces, Peter nunca se le había declarado, eso era lo que quería decir. Se sintió más fuerte al darse cuenta de ello.
-Perdona, pero eso sucedió hace mucho tiempo –le dijo.
Belen no se dio por aludida y Lali se ruborizó.
-Cuando Pablo decidió que estaba enamorado de mí, nos vimos obligados a separarnos -declaró Belen con dramatismo-. Mi familia ejerció una enorme presión para que yo aceptase a Pablo. Era un gran honor y algún día me convertiría en reina de Quamar.
Como la situación era tal como Lali la había imaginado, sintió consternación al imaginarse a Peter y Belen como un par de amantes separados por las circunstancias.
-Imagínate lo que sentí al descubrir más tarde que mi esposo era un mujeriego empedernido, ¡y además, nunca había estado destinado a ser el Rey! Durante nuestra luna de miel, Pablo reconoció que su padre le había informado, cuando Peter tenía apenas quince años, que Peter lo sucedería en el trono. '
-Pero Pablo era el príncipe heredero -murmuró Lali desconcertada.
-El título era solo una fachada para permitir que Peter creciera con mayor libertad. Pablo se conformó con ello -aseguró Belen con un encogimiento de hombros-. Reconocía que Peter tenía muchos valores de los que él carecía y no era un hombre ambicioso.
Pablo, con sus tres matrimonios y su gusto por las chicas, no sería una elección sensata como gobernante de un país conservador y su suegro no era tonto, pensó Lali.
-Lo que te intento explicar -prosiguió Belen, en tono confidencial- es que Peter nunca será egoísta, siempre antepondrá la lealtad a su familia a sus propios sentimientos.
Era verdad. Al darse cuenta de lo que Belen insinuaba, Lali se sintió desfallecer. Si lo que Belen decía era verdad, su matrimonio estaba destinado al fracaso. ¿Cómo podría consolidarse su relación con Belen siempre presente? Peter estaría siempre pensando el lo que podría haber sido y ello amargaría su unión.
-Peter me adora, pero como es tan responsable, no te pedirá nunca el divorcio. Sin embargo, si tú se lo pidieses a él, se sentiría libre para casarse conmigo sin recibir críticas de nadie.
-No me casaría contigo aunque fueses la única mujer que quedase libre en Quamar -aseguró Peter des-de el umbral, sobresaltándolas a ambas, que se dieron la vuelta para mirarlo boquiabiertas.
Belen se puso tensa.
-Es lógico que lo digas en presencia de tu esposa, ya que no querrás herirla, pero...
-¿Sabes el tiempo que llevo escuchando la ridícula historia de Romeo y Julieta que te has inventado? Lali se preguntó qué haría él allí, diez horas antes de lo que le había dicho, pero a la vez se sintió aliviada al oírlo rechazar a Belen. Lo que más la tranquilizaba era la frialdad con que Peter se dirigía a la morena. Hasta el más tonto se habría dado cuenta de que no se sentía atraído por ella en absoluto.
-Tu padre te rogó que no te casases con Pablo. Pensaba que la diferencia de edad era demasiada y, al ver que tú no cejabas en tu empeño de convertirte en princesa consorte, intentó hacerte ver que tu esposo te sería infiel. Pero tú permitiste que tu ambición superase todas sus advertencias. ¿Cómo te atreves a intentar destruir mi matrimonio, que es tan feliz como el tuyo lo fue de desgraciado? Siempre he agradecido que Pablo me salvase de cometer el mayor error de mi vida. Ahora, márchate -ordenó Peter-. Sugiero que te tomes unas largas vacaciones en la finca de tus padres.
-¡No quiero ir a casa de mis padres! -exclamó la morena, sin ocultar el horror que le causaba la idea.
-Es orden del Rey. ¿Prefieres esperar a que él te lo diga? -advirtió Peter con fingida dulzura.
Belen palideció y apartó la mirada, apresurándose a retirarse sin mayor comentario.
-Dudo que se detenga a hacer las maletas -murmuró Peter con satisfacción-. Circulan rumores de que hace unos días la mujer de un empresario la descubrió con su esposo. Naturalmente, querrá poner la mayor distancia posible entre mi padre y ella.
-¿Belen tenía una aventura? -exclamó Lali, totalmente desconcertada-. ¿A pesar de estar persi-
guiéndote a ti?
que bueno que peter, escucho lo que dijo belen, y la puso en su lugar mas
ReplyDeletequieroooooooo
ReplyDeletemassssssssssss
ReplyDeletenovelaaaaaaaa
ReplyDeleteQ maldita Belén!!!
ReplyDeleteMaass