Monday, November 30, 2015

capitulo 12

Lali lo miró, desesperada. Lo tenía todo planeado. -Yo no podría volver a Santa Angelita sin su ayuda.
Peter se encogió de hombros.
-Y no volverá a menos que firme el documento. Por cierto, no pierda el tiempo intentando sobornar a Mateo. No habla su idioma y, como todos los amigos de Nicolas, esta asqueado por lo que le ha hecho. Lali dio un paso adelante, temblando.
-No puedo firmar el documento... No tengo ese dinero. Tiene que haber alguna otra forma de solucionar esta situación...
Peter clavó en ella sus ojos verdes y Lali se quedó sin aliento. De repente, sentía como si un centenar de mariposas se agitaran dentro de su estómago. Se sentía paralizada por una extraordinaria excitación.
-¿Otra forma? Supongo que se refiere a la única que conoce -replicó el con voz ronca-. El sexo es su moneda de cambio y veo que no sería un castigo para usted tumbarse debajo de mí.
-¿Qué...? -empezó a decir Lali, incrédula y ofendida.
-Ese aire de inocencia y fragilidad es muy convincente... o lo sería si no supiera que ha sido la amante de dos hombres casados. -¿Cómo... se atreve? -exclamó Lali, con las mejillas encendidas.
-Qué fácil debió resultarle hacer creer a Pablo que era el amor de su vida.
Marianela había adorado a Pablo y se había sentido desolada tras su muerte. Furiosa, Lali levantó la mano para golpearlo, pero él la sujetó por las muñecas y la levantó del suelo como si fuera una pluma.
-¡Suélteme, suélteme... canalla! -exclamó, a punto de llorar.
-Hay algo muy excitante en su aparente fragilidad -dijo Peter, sin piedad-. Parece una muñeca, pero tiene el temperamento de una fiera...
-¡Suélteme, canalla!
-Ahora veo a la auténtica mujer -rió él, mirándola de arriba abajo, con una cruda sexualidad que no se molestaba en disimular-. Y menuda tigresa debe ser entre las sábanas.
Lali parpadeó, sin habla. Nunca un hombre le había hablado de esa forma. Se sentía mas confusa que insultada por la imagen que Peter tenía de ella. Cuando volvió a mirarlo a los ojos, se dio cuenta de que parecía un animal a punto de saltar sobre su presa.
-No...
-La palabra que debe usar conmigo es <sí> y me gustaría oírla -la interrumpió él con voz ronca; una voz que parecía recorrer su espina dorsal como una caricia. Entonces, Peter la atrajo hacia sí, sujetando sus manos a la espalda-. Diga que sí. Una extraña sensación empezo a despertarse en la pelvis de Lali, impidiéndola concentrarse. -No...
-Sí... -insistió Peter, aplastando sus pechos contra su musculoso torso-. Lo dirá porque yo se lo pido.
-Porque usted me lo pide... -repitió Lali. Su corazón latía con tanta fuerza que tenía miedo de sufrir un infarto. El la soltó entonces y, como impulsada por una fuerza desconocida, Lali paso una mano por su cara.
Peter inclinó la cabeza para capturar un dedo entre sus labios y Lali lo observó, fascinada. Y se volvió loca cuando el empezó a chupar el dedo suavemente. Como un helado sobre una estufa, podía sentir su carne derritiéndose en una dulce agonía de deseo, tan nuevo para ella que la abrumaba.

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