Monday, November 23, 2015

capitulo 15 y 16

Después de dar el discurso, Peter estaba mucho más relajado y deseando mezclarse con la gente. Y Lali sabía que aquélla era la señal para entrar en acción. Debía acercarse a los ciudadanos más ricos de Georgetown para hablar de Reyware. Su objetivo: convencerlos de que un hombre que aportaba tanto dinero para una causa justa era un hombre en el que se podía confiar.
Dos horas después, Lali había conseguido seis citas para las próximas semanas y estaba intentando no bostezar para no ofender a la gente. A la que llevaba toda la noche intentando impresionar.
Peter apareció a su lado y le pasó un brazo por la cintura.
—¿Podemos irnos ya?
—Pensé que lo estabas pasando bien.
—Pues no es así... ¿Nos vamos?
Ella miró su reloj. Era casi medianoche.
—Sí, supongo que ya podemos irnos. Llevamos aquí casi cuatro horas.
—A mí me parece que llevo ocho. Además, quiero irme a casa para buscar un sitio donde colgar la placa —sonrió él.
Cuando entraron en el ascensor, Lali se percató de que, de nuevo, parecía tenso.
—¿Tienes un problema con los ascensores?
—¿Yo? No. ¿Por qué?
—Porque pareces incómodo. También me di cuenta cuando subíamos. Podríamos haber ido por la escalera...
—No pasa nada. Aunque no me gustan mucho los ascensores, la verdad.
Entonces, de repente, las luces empezaron a fallar y Peter levantó la cabeza, alarmado. Un segundo después el ascensor quedó completamente a oscuras, deteniéndose entre dos pisos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no nos movemos?
—Peter empezó a golpear los botones como si así pudiera milagrosamente poner el ascensor en marcha.
—Creo que se ha ido la luz —dijo Lali.
—¿Qué? ¿Cuánto tiempo vamos a estar así? Ella se encogió de hombros, pero entonces se percató de que Peter no podía verla.
—Ya sabes cómo son estas cosas. A veces se va la luz durante unos segundos... a veces dura toda la noche.
—¿Toda la noche? Lo dirás de broma.
Peter parecía muy nervioso y ella tocó la manga del esmoquin para tranquilizarlo.
—Tranquilo. El ascensor no se mueve.
—¡Pues ese es el problema! —Exclamó él, golpeando las puertas—. ¡Que esta cosa no se mueve!
Lali se quedó atónita.
—Pensé que no te gustaban los ascensores porque te mareabas o algo así...
—¡Ja! ¡No son los ascensores! No han inventado un ascensor que se mueva suficientemente rápido para mí. Son los sitios cerrados. ¡No puedo soportar un sitio pequeño y cerrado!

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