Sunday, November 29, 2015

capitulo 7

-Irá conmigo -dijo él, colocándola sobre el semental y saltando después sobre la silla con tal rapidez que Lali no pudo protestar. Cuando intentó apartarse de aquel cuerpo duro y musculoso, el la sujetó apretándola contra su pecho con fuerza-. No se mueva -ordenó, impaciente.
Lali intentaba respirar con normalidad, pero le resultaba imposible. Se le había quedado la boca seca. Peter olía a cuero, a caballo y... a hombre. Lali sintió un calor extraño en el vientre, un calor que la hacía sentir extrañamente relajada y sumisa. Las suaves cumbres de sus pechos se habían endurecido al contacto con el torso masculino y la dejaba atónita comprobar que, sin que ella pudiera evitarlo, su cuerpo respondía a la sexualidad que emanaba Peter.
-Me aprieta demasiado -murmuró, intentando apartar las manos del hombre.
-No se preocupe -dijo él-. No me gustan las mujeres con el pelo teñido.
-¿Yo no llevo el pelo teñido! -protestó Lali-. Es usted el hombre más desagradable que he conocido nunca. Estoy deseando perderlo de vista. ¿Cuándo llegaremos al rancho de Nicolas? -Mañana...
-¿Mañana? -lo interrumpió ella, incrédula. -Acamparemos dentro de una hora para pasar la noche. Lali no tenía intención de pasar la noche al aire libre y menos con aquel hombre.
-Pero yo pensé que llegaríamos enseguida.
-Se está haciendo de noche, señora.
-No tenía ni idea de que el rancho estuviera tan lejos -murmuró ella, angustiada.
Siguieron galopando en silencio durante una hora y lentamente el sol empezó a desaparecer en el horizonte. Lali estaba exhausta. Cuando Peter la tomó en brazos para bajarla del caballo, le temblaban las piernas.
El mes anterior había estado en la cama con gripe y se encontraba fatal. Ni a ella ni a Marianela se les había ocurrido pensar que el rancho de Nicolas estuviera en un lugar tan remoto.
Alejada de la gran ciudad, se sentía muy vulnerable. Marianela había viajado por todo el mundo, pero aquel era el primer viaje de Lali.
Peter llevó los caballos al río y ella se dejó caer al suelo. Le temblaban tanto las piernas que no podía sostenerse.
-Supongo que tendrá hambre -dijo el unos segundos después, ofreciéndole una manta.
Lali negó con la cabeza y lentamente, como un juguete que se queda sin pilas, se tumbó sobre la hierba. Peter extendió la manta y la tumbó sobre ella con delicadeza. Era un hombre contradictorio. Recortado contra el horizonte, parecia una sombra amenazadora.
-Parece el demonio -murmuró ella, medio dormida.
-No voy a quedarme con su alma, señora... pero tengo intención de quitarle todo lo demás.
El cerebro de Lali no registró aquellas palabras. Estaba demasiado cansada.

Lali abrió los ojos lentamente. A su lado, crepitaba, una hoguera y podía ver la silueta de Peter   recortada a la luz de la luna.
Lali se sentó de golpe al escuchar un sonido aterrador, una especie de grito inhumano. -¿Qué ha sido eso?

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