Tuesday, November 24, 2015

capitulo 26

—No me importaba hasta el viernes por la noche. Porque no usamos... protección. A menos que...
No terminó la frase, esperando que ella riera, que le dijera que no había ningún problema, que llevaba años tomando la píldora. Pero no fue así. Lali se quedó pálida. En silencio.
—¿Entonces no...?
—No —contestó ella—. No tomo nada.
—Parece que los dos nos volvimos locos durante unos minutos —suspiró Peter, levantándose—. Y ahora tenemos que decidir qué vamos a hacer.
Los dos se quedaron en silencio, el único sonido era el tic—tac del reloj de su abuelo en la entrada. Y entonces Lali descruzó las piernas y se levantó.
—Esto es ridículo. ¿Qué posibilidades hay de haber quedado embarazada por un solo.., encuentro?
—Me temo que eso es lo que dicen miles de madres.
—Sólo digo que no deberíamos preocuparnos.
—Espero que tengas razón, pero ¿cuándo lo sabremos?
—Pues no sé... dentro de unas semanas, creo.
Unas semanas. Estupendo. Si debía esperar tanto tiempo, tendría que comprar antiácidos. Esperar semanas para saber si Lali estaba embarazada iba a causarle una úlcera.
Quería una respuesta ya. Llevarla a una farmacia para hacerse una de esas pruebas... pero, claro, quizá era demasiado pronto. El no sabía nada sobre el ciclo de las mujeres y menos sobre embarazos.
De modo que sería paciente, tomaría antiácidos todos los días, la observaría y esperaría hasta que estuviera segura.
Lali salió del lavabo que había bajo la escalera y se sobresaltó al ver que Peter la estaba observando desde la cocina. Levantando los ojos al cielo, intentó controlar la irritación que sentía últimamente y se dirigió a su despacho.
¿Qué quería de ella?, se preguntó, no por primera vez.
Habían pasado tres días desde que hablaron de un posible embarazo y desde entonces la seguía por toda la casa como un perdiguero. Siempre estaba cerca, preguntando si necesitaba algo, observándola, vigilándola. Era como si esperase que, de alguna parte, le saliera un cartel diciendo que esperaba un hijo.
Si fuera tan fácil... Aunque, la verdad, esa espera también la estaba volviendo loca.
Había comprado una prueba de embarazo el lunes, después de pasar todo el día intentando no rozarse con él, fingiendo que aquello no la preocupaba en absoluto. La prueba había dado negativo, pero en la farmacia le avisaron que debía esperar unos días.

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