Friday, November 27, 2015

capitulo 53

—El suelo podría estar bien para la próxima vez.
—Ah, me encanta una mujer que hace planes de futuro —murmuró él, apartándose un poco—. Espera, tengo que quitarme esto...
Luego se levantó y entró en el cuarto de baño. Lali se quedó inmóvil durante unos segundos, pensativa. Debería estar enfadada consigo misma. Si dieran medallas por revolcones excepcionales, Peter se llevaría muchas, pero aquello no tenía nada que ver con el amor.
Y ella lo sabía bien.
Había querido pensar que nada importaba durante unos minutos, pero el hecho era que ella quería una familia. Y Peter no.
Podían seguir siendo amantes durante algún tiempo, disfrutar de la compañía del otro y del sexo... Pero no duraría. De modo que debía tomar una decisión: engañarse a sí misma durante unos meses y luego soportar el rechazo de Peter o quedarse con esos recuerdos y decirle adiós para que no le hiciera más daño.
Peter volvió entonces y se tumbó a su lado.
—Pareces una diosa griega, satisfecha después de toda una noche con sus esclavos sexuales.
—Sólo un esclavo sexual. Pero tiene mucho talento.
—Gracias —sonrió él—. Estoy aquí para darte placer. Y hablando de placer, necesitamos más preservativos para repetir la actuación en el suelo, en la bañera o donde haga falta. Voy a bajar a la tienda. No te muevas, ¿eh?
Ella no se movió, pero tampoco dijo nada.
Peter se vistió a toda prisa y le hizo un guiño antes de salir de la habitación.
Lali se quedó en la cama un momento, intentando decidir qué debía hacer. Y luego, por fin, se levantó y empezó a ponerse el traje de chaqueta que había llevado en el avión.
Una vez vestida, sacó la maleta del armario y metió sus cosas a toda prisa para terminar antes de que llegara Peter.
Si la pillaba intentando escapar no sabía cuál sería su reacción, pero estaba segura de que no podría explicárselo. Lo único que sabía era que no podía seguir allí.
Comprobó que no se dejaba nada en los cajones y salió de la habitación.
Peter se llevaría un disgusto al ver que no estaba. Lo sabía, pero no podía pasar el resto de la noche con él. No podía terminar aquel viaje como su amante cuando no había esperanza de ser nada más.
Cuando pasaba frente a la puerta que conectaba ambas habitaciones, se detuvo un momento para tomar aliento y después, en un gesto absurdo, besó sus dedos y los puso sobre la madera.
—Lo siento —dijo en voz baja, como si él pudiera oírla, como si pudiera entender su decisión.

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