Friday, November 20, 2015

capitulo 81 y 82

Ya voy algo retrasado. Y tú pareces agotada. Deberías tumbarte un rato,
cara.
—Gracias por ocuparte de Benjamin—dijo Lali.
—Me hubiera gustado hacerlo con los puños —le aseguró Peter—, pero eso podría haberse vuelto contra mí a la hora de adoptar a Tomas. Y ese tipo no merece ese riesgo.
Después de que Peter se hubiera marchado, Lali se había sentado al lado de la cuna de su hijo. Peter se había deshecho fácilmente de Benjamin y le estaba muy agradecida por ello, pero no podía dejar de pensar que no había tenido tanto éxito a la hora de aplacar los temores que su esposa sentía por el futuro. Estaba casada con un hombre que creía firmemente que el sexo curaba todos los males. ¿Por qué? Después de todo, Lali le había permitido que le hiciera el amor. Una mujer furiosa no lo habría permitido.
¿Por qué no se había negado? Lo que había averiguado sobre Candela la había llenado de pánico, pero estaba enamorada de Peter. Lo quería tanto...
Decidió que, cuando Peter regresara a casa, volvería a abordar el tema de un modo más tranquilo y diplomático. De un modo u otro, le iba a hablar sobre Candela, tanto si quería como si no.

DOS DÍAS más tarde, la limusina en la que Lali viajaba se detuvo frente a la entrada principal de la casa de campo de los Lanzani. Había pensado en llamar a la señora Lanzani para anunciar su visita, pero había tenido miedo de que la dama consiguiera de algún modo que esta no se llevara a cabo. Aunque Peter parecía no querer darse cuenta de que su madre estaba furiosa porque se hubiera casado con una desconocida, Lali no era tan insensible. Era natural que, como madre de Peter, estuviera algo preocupada, pero esperaba que, cuando conociera a su nuera, sus temores se aplacaran.
La llevaron al lujoso salón, donde una esbelta y atractiva rubia, de unos sesenta años, la esperaba sentada en una butaca. Una mirada más cuidadosa revelaba el dolor que se reflejaba en aquellos hermosos rasgos.
—Por favor, discúlpame por no ponerme de pie para saludarte — murmuró—. Mi artritis me está resultando hoy bastante molesta.
—Lo siento, debería haber llamado primero.
—¿Te ha enviado Peter? —le preguntó la mujer, sin amilanarse. Lali se ruborizó—. Ya me parecía. Peter puede ser muy despiadado.
—Quería que nos conociéramos y yo me alegro de que él me diera la excusa para hacerlo —dijo Lali, mientras se sentaba en la butaca que le indicó la mujer.
—Creo que es mejor que te diga que Candela está aquí conmigo durante esta semana y no pienso disculparme por eso. No puedo volverle la espalda sólo por que mi hijo cambiara de opinión en lo de casarse con ella. Viene a menudo a visitarme.
—Eso no es asunto mío —afirmó Lali, a pesar de que la presencia de Candela hacía que se sintiera aún más incómoda.
—Si tú lo dices... ¿Puedo ser sincera contigo?
—Por supuesto.
—¿Es tu hijo, Tomas, mi nieto?
—No.
—¿Estás embarazada ahora?
—No —respondió Lali, muy avergonzada por aquel interrogatorio.
—Siento si te he incomodado, pero tenía que saberlo.
En aquel momento, una doncella entró con una bandeja de té. A pesar de que los pastelillos eran deliciosos, Lali no pudo probar bocado.
—No sé qué mosca le ha picado a mi hijo —admitió Alice, casi con lágrimas en los ojos—. Tal vez sea mejor que yo no lo sepa, pero te advierto que
si tú has hecho todo lo posible por cazarlo y tu motivación es su dinero, seré tu mayor enemiga.
—Yo...

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