Friday, November 20, 2015

capitulo 87

—Por supuesto... —musitó él, con una sonrisa—. ¿Por qué iba yo a querer a otra mujer cuando tengo todo lo que puedo desear en casa?
Lali se preguntó por qué, si aquello era verdad, no quería hablar de su ruptura. Decidió que, tal vez, había sabido desde tiempo atrás que la relación no funcionaba y había decidido terminar de repente...
En aquel momento, decidió olvidarse de su ansiedad y concentrarse en el modo en que los latidos de su corazón se le aceleraban. Solo tenía que mirar a Peter para desearlo...
Él se echó a reír cuando Lali prácticamente le arrancó la camisa.
—Ya veo que me has echado de menos...
—Tal vez.
—Quiero que me lo digas. Lali —susurró él, antes de besarla apasionadamente—. ¿Y bien?
—En esos momentos no puedo hablar... Hay cosas mejores que hacer — musitó, mientras acariciaba suavemente uno de los muslos de su marido.
—¿Quién te ha enseñado a hacer eso?
—Tú...
Horas más tarde, al amanecer, Lali estaba contemplando cómo su marido dormía. Sí, efectivamente lo había echado mucho de menos. Admiró su masculinidad, su atractivo... Todavía no podía creer que fuera su marido. Lo besó suavemente en un hombro y frotó la mejilla contra la delicada piel de su pecho con sensual placer.
Habían hecho el amor durante horas, insaciablemente. El cuerpo le dolía, pero Lali sonrió. Candela era historia. Peter la había convencido. Tal vez no la amaba, pero parecía feliz viviendo en su compañía. Además, había parecido tan preocupado por su tardanza en volver del aeropuerto...
Debió de quedarse dormida de nuevo. Al despertar, se encontró a Tomas acurrucado a su lado, completamente vestido, pero también completamente dormido. Peter contemplaba a madre e hijo desde los pies de la cama.
—Lo oír llorar y fui a verlo. Sarah ya le había dado de desayunar, así que lo traje aquí. Estuve jugando con él durante un rato y luego me lo llevé al cuarto de baño mientras me daba una ducha. Te juro que no volveré a hacerlo.
—¿Qué ocurrió?
—Primero, tiró de una toalla y se tapó entero. Luego abrió un cajón y se pilló los dedos. Por último, cuando me asomé para ver qué hacía porque estaba muy callado, estaba tratando de comerse una caja de tiritas que debía de haber sacado del cajón... Me dio un susto de muerte. ¿Te imaginas que, en vez de las tiritas, hubiera sido algo más peligroso?
—Pero no fue así —lo tranquilizó Lali—. Es que está en una edad en la
que hay que vigilarlo mucho.
—Tendré más cuidado en el futuro,
cara mía...

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