Friday, November 27, 2015

capitulo 51

Luego mordió suavemente uno de sus pechos y pasó la lengua por el pezón hasta que ella levantó las caderas, gimiendo suavemente.
—Esto es injusto —murmuró Lali, bajando la mano para acariciar el erecto miembro, que palpitaba en su mano—. Ahora sí. Ahora sabes lo que siento yo. Cómo me haces sentir.
Con un gemido ronco, Peter se deslizó hacia abajo, besándola por todas partes. Empezó por el anillito que llevaba en el ombligo, su estómago, el triángulo de rizos entre sus muslos... Ella intentó apartase, pero Peter no la dejó.
—Déjame. Llevo soñando con esto más tiempo del que puedas imaginarte.
Lali pareció relajarse entonces, dejando caer la cabeza sobre la almohada mientras él la chupaba como si fuera un gato, saboreando aquella intimidad.
Ella no dejaba de gemir mientras la exploraba con la lengua, levantando las caderas, rogando que la dejase llegar al final... Y Peter se concentró en el diminuto capullo que la hacía moverse frenéticamente, jadear hasta que gritó en éxtasis.
Peter sintió el orgasmo vibrando por todo su cuerpo y eso lo excitó aún más. Estaba desando estar dentro de ella, sentir su calor, su humedad, esa sensación de plenitud, de estar completo. Que sólo había sentido con Lali  —Ha sido asombroso. Gracias.
Ella abrió los ojos, con gesto satisfecho y agotado. Intentó reír, pero le salió un gemido.
—Debería ser yo quien te diera las gracias. Tú aún no lo has pasado bien — murmuró, acariciando su pelo.
—Lo he pasado bien, te lo aseguro. Ver cómo te derrites, saber que yo te he llevado al orgasmo... es lo mejor que he hecho en mi vida. Sin contar la escapada del ascensor porque no podía verte. O lo que vaya a pasar ahora, que supongo será memorable.
—No lo sé —sonrió Lali—. No sé si podemos mejorarlo. Quizá deberíamos dejarlo ahora, para no estropearlo...
—De eso nada —Peter le mordió el cuello—.
Acabamos de empezar. Antes de que termine la noche, pienso hacerte gritar por lo menos seis o siete veces.
—Seis o siete veces, ¿eh? ¿Seguro que vas a poder hacerlo?
—Te lo aseguro. La cuestión es si tú podrás soportarlo.
Lucy envolvió su cintura con las piernas, levantándose un poco para atraerlo hacia su húmeda cueva. Y Peter tuvo que hacer un esfuerzo para no saltar como el corcho de una botella de champán allí mismo.
—Puedo intentarlo.

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