Saturday, November 21, 2015

capitulo 96

—¿Darte cuenta de qué?
—De que, en realidad, no conocía a Candela. Lo que había entre nosotros era puramente superficial, pero me habría casado con ella sin darme cuenta.
—Entonces, ¿qué te hizo cambiar?
Un ligero sudor había empezado a cubrirle la frente. De repente, se puso pálido como la muerte.
—La noche en que te conocí, había entrado a hurtadillas en su apartamento para esperar a que llegara. Candela no me esperaba... Yo quería darle una sorpresa. Cuando regresó, no lo hizo sola.
—¿Había un hombre con ella?
—Creo que necesito una copa.
Lali habría querido envenenarlo en aquellos instantes. ¿Había perdonado a Candela por serle infiel con otro hombre? Le sirvió un poco de brandy del que sus padres guardaban para las ocasiones especiales. Peter se tomó la copa de un trago.
—Te lo debería haber contado hace semanas, pero no quería hablar al respecto. No estaba con un hombre... estaba con una mujer.
Lali se quedó estupefacta. Nunca se habría imaginado a Candela en aquel contexto.
—¿Estás hablando en serio?
—Sí. Estaban haciendo el amor.
—Oh...
—Le prometí que no se lo contaría a nadie, pero he de admitir que no fue esa la razón por la que guardé silencio. Me sentía traicionado, humillado, sexualmente y en el resto de los sentidos. La mayoría de los hombres se consideran como buenos sementales. Cuando te enfrentas a una escena como esa, con la mujer con la que has pensado casarte, resulta demoledora. De hecho, dudo que Candela me fuera fiel mientras estuvimos juntos.
—Entonces, ¿qué sigues viendo en ella? Estás describiendo una situación que la mayoría de los hombres no podría perdonar.
—Candela está pasando un mal momento en la actualidad. Tendría que ser un verdadero canalla para pasar de largo. ¿No te diste cuenta de lo que ocurrió en la fiesta? Lily me suplicó que la sacara de la casa...
—¿Que Lily, la anfitriona de la fiesta, te lo suplicó?
—A aquellas alturas de la fiesta, el hombre que había aparecido con Candela en la fiesta ya se había marchado, probablemente avergonzado del comportamiento de su acompañante. Estaba hasta arriba de droga....
—¿De droga?
—Lily la sorprendió tomando cocaína y le pidió que se marchara, pero
Candela se negó. Frank y Lily perdieron a su hijo por culpa de la heroína hace un par de años y Lily sigue muy afectada. Yo accedí a ayudarla, no solo por su beneficio, sino también por el de Candela. Estaba fuera de control, comportándose como una estúpida...
—Podrías habérmelo explicado primero.
—No me habrías escuchado. Te habrías enojado... Además, yo tenía que sacar a Candela de la fiesta rápidamente y sin hacer una escena. Las circunstancias eran excepcionales, pero yo confié en que tú comprenderías que estaba ocurriendo algo muy grave.
—Tienes razón... ¿Sabías que tomaba drogas?
—Antes de aquella fiesta, no tenía ni idea de que tuviera algún problema, pero ella era demasiado lista como para tomar nada delante de mí. Aquella noche yo no quería hacerme responsable de ella, pero había sido parte de mi vida durante mucho tiempo y sentí que tenía que ayudarla.
—¿Qué hiciste con ella?
—La llevé al hospital y me puse en contacto con su familia. Dos días después, la metieron en una clínica de rehabilitación. Sigue allí.
—¿Crees que tomó el mal camino porque tú la dejaras?
—No, su hermana Gwen me dijo que sus problemas con las drogas y con el alcohol habían empezado mucho antes de conocerme a mí. Sabía que, en ocasiones, bebía demasiado, pero me temo que no lo consideré un problema.
Además, ella no confió en mí. Sin embargo, su hermana fue muy sincera.
—¿Te culpó de los problemas de Candela?
—No, al contrario. Aparentemente, Candela se sentía algo confundida por su orientación sexual cuando era una adolescente. Más recientemente, la aterrorizaba ver que iba envejeciendo y cada vez le costaba mucho más ocultar el grave problema que tenía con las drogas.
—Entonces, ¿cómo encajabas tú en su vida?
—Según Gwen, Candela me veía como un modo de asegurarse monetariamente el futuro. Cuando yo la abandoné, tuvo que enfrentarse a realidades de su vida a las que se había negado a prestar atención hasta entonces. Su hermana, que es psicóloga, me ha dicho que está mucho mejor.
—Me contaron que había perdido un importante contrato con una empresa de cosméticos.
—Sí. Gwen me lo explicó todo. Me dijo que se habían empezado a escuchar rumores sobre la clase de vida que llevaba.
—En ese caso, lo único que te puedo decir es que siento mucho haberme comportado del modo en que lo hice. Sentía celos de Candela y pensé que habías decidido volver con ella. Me sentía como la segundona. Cuando me encontré con ella en la casa de tu madre...
—Ojalá me lo hubieras contado.
—Me dijo que quería recuperarte y que se interpondría entre nosotros. Aquello me molestó mucho...
—Ya me lo imagino. Sé la poca estima que te tiene... De hecho, es solo culpa mía... —añadió, tomando suavemente las manos de Lali.
—No, no lo es. Si yo te hubiera hablado de las amenazas de Candela, tú habrías comprendido por qué me molestaba tanto verla cerca de ti.
—Nunca hubo posibilidad alguna de reconciliación entre nosotros, pero si yo hubiera sido más sincero, a ti te habría resultado mucho más fácil creerme. La verdad es... que no sabía lo que me había pasado en el momento en que te conocí. No podía pensar en otra que no fueras tú, pero me dije que estaba algo afectado por lo que me había ocurrido con Candela.
—Te comprendo. No importa...
—Claro que importa,
cara.
Yo no te estaba dando lo que tú te merecías.
No sé cómo ni cuándo me enamoré de ti, pero fue muy rápido. Debiste notar que no podía dejar de mirarte... ¿te parecía normal?
—¿Normal? Yo sentía lo mismo —susurró Lali, sin poder creer que Peter hubiera dicho en serio que estaba enamorado de ella.
—Entonces, se produjo la más explosiva atracción entre nosotros desde un principio. Yo me resistía a la fuerza de lo que sentía por ti, porque aquello hubiera significado admitir que solo había sido un estúpido que casi se había casado con una mujer a la que no amaba.
—¿De verdad no amabas a Candela?
—Yo creía que sí, pero nunca estuvimos muy unidos, no del modo en que lo estamos tú y yo. Sin embargo, no sabía lo que significaba la complicidad hasta que te encontré a ti. Me olvidé de Candela muy rápidamente, y, aunque te parezca extraño, me avergonzaba de ello y me obligué a tener mucha cautela sobre lo que sentía por ti...
—Sí, me dijiste que te gustaba...
—Sin embargo, ya no pude fingir más cuando desapareciste. Estaba desesperado. No podía trabajar, ni dormir. Me pasaba el tiempo recorriendo los albergues para los sin casa... no tienes ni idea de lo que pasé en esas dos primeras semanas. Me pareció que había bajado a los infiernos. Y estaba tan preocupado... Pensé que no os volvería a encontrar.
—Supongo que tarde o temprano habría acudido a un abogado para que nos tramitara el divorcio, pero era algo a lo que no me podía enfrentar...
Peter la tomó entre sus brazos con tanta fuerza que Lali casi no podía respirar.
—Nunca habría aceptado divorciarme de ti. Habría luchado. No hay nada que no hubiera sido capaz de hacer para recuperaros a Tomas y a ti... Habría
sido capaz de suplicar... ¿Es que no te das cuenta de lo feliz que soy contigo?
Efectivamente, Lali había presentido todo aquello muchas veces, pero si las palabras de amor que confirmaran lo que sentía...
—Tú dijiste que te gustaba y que, con el tiempo, podrías tomarme cariño. Me pareció tan vacío de sentimientos... Era como decir que jamás te podrías enamorar de alguien como yo.
—No sabía lo que decirte ni cómo tratarte, pero te aseguro que no lo dije con la intención que tú lo tomaste. Me daba mucho miedo decir la palabra «amor» tan pronto tras mi ruptura con Candela...
—¿Y me engañaste deliberadamente?
—Sí, porque sentía que si no, me rechazarías. ¿Acaso no te empezaste a preguntar de qué planeta era yo cuando te pedí que te casaras conmigo solo unos días después de conocerte? Me aferré a la primera excusa que se me ocurrió para no volver a separarme ni de Tomas ni de ti. Por cierto, ¿dónde está?
—En la cama. Puedes ir a verlo si quieres —dijo Lali. Se sentía dichosa de que ya no hubiera nada que ocultar entre ellos—. Te quiero tanto...
—Yo también te quiero, tesoro mío...
Lali lo acompañó al dormitorio, que estaba en la planta de arriba, para que viera al niño. De repente, Tomas abrió los ojos y los miró fijamente.
Entonces, con un gran esfuerzo, se puso de pie en la cuna por primera vez.
—¿Cuándo ha aprendido a hacer eso? —preguntó Peter.
—Es la primera vez que lo consigue.
El niño parecía tan sorprendido como ellos de lo que había conseguido. Entonces, sonrió, pero cometió el error de soltar la barra de la cuna a la que se había agarrado y cayó sobre el colchón con un gruñido de decepción.
Peter tomó al niño en brazos.
—¡Eres muy listo! ¡Mamá y yo estamos muy impresionados!
Después de tantas emociones, les costó un poco que el niño se volviera a dormir, pero, al final, el agotamiento pasó factura.
—Mis padres llegarán muy pronto a casa —dijo Lali, cuando estaban en lo alto de las escaleras.
—No. Van a pasar la noche en un hotel.
—¿Cómo has dicho?
—Vine por primera vez ayer por la tarde, cuando tú estabas de compras con Tomas. Tus padres me invitaron a pasar y me sometieron al tercer grado. Me sugirieron que viniera a verte esta tarde, cuando ellos estarían fuera, pero los preocupaba que no tuviéramos tiempo suficiente de limar nuestras diferencias....
—¡No me lo puedo creer! ¡No me dijeron nada!
—Me contaron que tal vez me costara un poco convencerte para que regresaras conmigo, así que se me ocurrió la idea del hotel.
—¿Cómo has sido capaz de echarlos de su propia casa? ¡No han estado en un hotel en toda su vida!
—Lo sé, me lo dijeron. Y a tu madre pareció emocionarla mucho la idea.
—Ya veo que te los has ganado...
—Estamos empatados. Tú tienes a mi madre de tu parte.
—Eso es imposible.
—Por cierto, ¿es esa tu habitación? —preguntó él, metiéndose en el dormitorio—. Me encantan las flores y todos los volantes que tienes —bromeó, tirando de ella para que entrara en el cuarto.
Acarició suavemente los rizos castaño y la besó con una inmensa ternura, tanta que ella se echó a temblar. Era maravilloso sentirse amada.
—Eres tan hermosa y te quiero tanto que me duele —confesó Peter—.
Cada vez que pienso que podría no haberte conocido, el miedo se apodera de mí y...
—Yo también te quiero...
A partir de entonces, el deseo se hizo el amo. Se quitaron la ropa entre frenéticos besos. Aquella era una nueva dimensión para su amor. Se habían pasado tres tristes semanas separados y sentirse juntos de nuevo era un regalo muy especial. Después de la pasión, se abrazaron juntos, llenos de paz y gozo.
—¿Hablabas en serio antes cuando me dijiste que tu madre estaba de mi
lado?
—Fue a Londres porque se sentía muy avergonzada por el modo en que te había tratado. Así fue cómo me enteré de que conocías a Candela. Cuando mi madre se enteró de que me habías abandonado, todo lo que me dijo fue que no la sorprendía en absoluto. ¿Cómo pudiste decirle que yo te había dicho que podría sentir cariño por ti?
—Te lo mereces...
—Por cierto, nunca me disculpé por permitir que fueras sola a ver a mi madre. Mi madre lo dramatiza todo tanto...
—No le habías dicho nada sobre mí.
—Se lo conté todo en Londres y por eso ahora ocupas el lugar más alto en su estima. Te considera la mujer que me rescató de las garras de una perdida y que salvó a mi familia del escándalo. Cuando se enteró de que habías estado dando clases de italiano, se convenció todavía más de que yo no te merecía...
—¿Cómo has sabido eso? ¡Oh no! ¡Se me olvidó cancelarlas!
—Tu profesora llamó por teléfono y le dije lo mismo que a la niñera: que
te habías marchado por una emergencia familiar. No le podía decir a nadie que te habías marchado porque yo mismo no podía soportar la perspectiva de que no volvieras.
—Si me hubieras contado la razón de por qué rompiste tu compromiso, nunca me habría marchado.
—No quería que pensaras menos de mí...
—¿Que pensara menos de ti? ¿Cómo?
—Pensé que pensarías menos de mí si sabías la verdad. Que mi prometida se hubiera refugiado en otra mujer... Tal vez te parezca una tontería, pero tenía miedo de que te desaparecieran las estrellas que te brillan en los ojos cuando me miras.
—¿Y te gustan esas estrellas? —preguntó Lali. Peter asintió—. Pues todavía las tengo —añadió, abrazándose a él con fuerza. Le parecía que lo quería más que nunca...
—Estoy loco por ti, tesoro mío. Asegúrate de que me lo dices si sientes alguna vez que esas estrellas se van apagando.
—Tendrás que mimarme mucho...
—Eso no es problema. Mimarte a ti significa mimarme a mí también — añadió, colocándola en una posición más íntima con respecto a él...
Dieciocho meses más tarde, Lali fue al cuarto de los niños y vio a Alice  rodeada literalmente de bebés. Estaba sentada entre las cunas de los gemelos, con el pequeño Tomas en las rodillas.
Tomas casi tenía dos años y medio. Peter y Lali habían visto cumplido su deseo más íntimo cuando Benjamin no había puesto objeción alguna a que Peter lo adoptara. Alice había llegado especialmente de Florencia para asistir a la vista y, oficialmente, Tomas era tan Lanzani como sus hermanas Alegra y Estrella, que habían nacido tres meses antes, tras un embarazo agotador.
Otra buena noticia había sido que la artritis de Alice había mejorado mucho últimamente. Lali no creía que Peter hubiera entendido nunca lo sola y triste que había estado la mujer antes de que nacieran los niños. Estos, con toda seguridad, le habían devuelto la vida.
Los padres de Lali también se habían beneficiado del matrimonio. Aunque sabía que su suegro era muy independiente. Peter había decidido ayudar en la granja invirtiendo dinero en ella, en vez de dárselo directamente.
La vida del padre de Lali había cambiado radicalmente desde entonces.
Lali estaba segura de ello. Peter era un hombre muy especial.
Ella había respetado profundamente la ayuda que Candela había recibido de él. Al salir de la clínica. Peter le había preguntado a su esposa si le importaba que le regalara el apartamento a su antigua prometida para que pudiera así darle un nuevo impulso a su vida. A Lali no le había importado y
hasta había hablado con ella una noche, durante un baile benéfico. Candela terminó por montar una academia de modelos y anunció públicamente que era bisexual y que había abandonado para siempre el mundo de las drogas.
Lali fue a desearles las buenas noches a sus hijos. Tomas estaba casi dormido. Después de sus duros primeros años, se había convertido en un niño afectuoso y feliz.
—Ya solo quedan dos,
cara
—dijo Peter, mientras la acompañaba a ver a
las niñas—. Después de tenerte allí ayer, hoy te he echado de menos en el despacho.
—Yo también.
Su vida había cambiado mucho en los últimos meses. Nunca se había imaginado que terminaría haciendo un curso básico sobre el mundo de la empresa. Sin embargo, como en aquellos momentos los niños eran tan pequeños, había decidido dedicarse plenamente a ellos, aunque iba de vez en cuando, como aquella mañana, al despacho de Peter para no olvidar lo que había aprendido.
—Si estuvieras allí todo el tiempo no me podría concentrar —confesó Peter—. Mira a Alegra... Es tan bonita cuando duerme... Y Estrella...
Tras salir del cuarto de las niñas, se fueron al dormitorio porque Peter le había dicho que necesitaba una ducha antes de cenar.
—La misma rutina de siempre. No sé por qué me molesto en vestirme bien cuando llegas a casa —se lamentó Lali.
—¿Qué le ha pasado a esas estrellas que solías tener en los ojos?
—Se están multiplicando a una velocidad increíble...
—Es ese caso creo que soy un hombre de suerte...
—Esta noche, no. ¿Acaso se te ha olvidado que Alice se va a quedar hasta mañana?
—Pero va a salir a cenar con unos amigos —le recordó Peter, con una arrebatadora sonrisa.
Lali lo miró con adoración y vio que esta se reflejaba del mismo modo en sus ojos. Lo rodeó con los brazos, posesiva y orgullosamente. Se sentía loca de felicidad...
Pasó mucho tiempo antes de que ninguno de los dos pensara en bajar a cenar...
FIN

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