Tuesday, November 24, 2015

capitulo 22

Ese comentario fue corno una bofetada. Era un comentario cariñoso, pero... Peter no podía dejar de preguntarse si Lali estaría pensando que ahora, de repente, eran novios.
—¿Te he hecho daño? —preguntó, acariciando su brazo desnudo.
—No —contestó ella—. ¿Te he hecho daño yo?
La carcajada pareció reverberar por el oscuro ascensor. Así era Lali tan segura de sí misma como para creer que podría hacerle daño a un hombre.
—Sí, mucho. Pero me ha gustado, cariño. En cuanto dijo lo de «cariño» se arrepintió. Mal hecho. ¿Y si ella lo entendía mal? ¿Y si lo tomaba como una invitación? ¿Y si quería ser su novia?
Por qué había dicho eso?
Como ella no contestó, el momento de alarma desapareció.
—Deberíamos vestirnos —murmuró Peter—. No sabemos cuándo volverá la luz y no querrás que nos pillen así...
—No, desde luego —contestó Lali.
El tono frío le dijo que, seguramente, se lo estaba pensando.
Y eso no le gustó. Aunque hacer el amor había sido un error de juicio, no quería que Lali lo lamentara. Quería que cerrase los ojos cuando hacía el amor con él, quería ser el mejor amante que había tenido nunca...
Pero no podía tener las dos cosas, pensó. Si quería ser su mejor amante, debía estar abierto a la posibilidad de una relación. Si no quería una relación, debía pensar que aquello había sido algo pasajero y aguantar el golpe en su ego cuando ella no cayera a sus pies, pidiendo más.
Tanteando, encontraron la ropa tirada por el suelo del ascensor y se vistieron a toda prisa. Estaban abrochándose como podían cuando volvió la luz y el ascensor empezó a moverse.
A Peter le dio un vuelco el estómago. Se le había olvidado la claustrofobia, pero si hubieran estado encerrados cinco minutos más seguramente habría terminado por perder el conocimiento.
Intentando acostumbrarse a la desagradable luz del ascensor, se guardó la corbata en el bolsillo del pantalón, mirando a Lali, que estaba poniéndose los zapatos.
Cuando las puertas se abrieron y comprobó que el vestíbulo estaba casi vacío dejó un escapar un suspiro de alivio. Había un par de personas desorientadas por el inesperado apagón, pero nada más Nadie estaba mirándolos. Nadie había visto nada.
Cuando salieron del ascensor, el director del hotel se acercó corriendo a ellos para pedirles disculpas, pero Peter le hizo un gesto con la mano. El apagón no era culpa suya. Y tampoco era culpa suya que él fuera claustrofóbico.
Y estar atrapado, aunque fuera por poco tiempo, le había dado la oportunidad de hacer el amor con Lali Por fin.

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