Thursday, November 26, 2015

capitulo 44 y 45

entonces me arriesgue a formar una familia. Pero por ahora no pienso hacer que nadie pase por lo que pasamos mi madre y yo.
—Oye, que yo no hablaba de mí...
—Lo sé, lo sé. Hablaba en abstracto.
—Piensas eso porque es lo único que conoces. Si tu infancia hubiera sido diferente, igual podrías tener ahora una docena de hijos.
—Sólo tengo treinta y dos años, Lali. ¿Cómo iba a tener una docena de hijos?
—Bueno, a lo mejor no tendrías una docena, pero sí un par de ellos.
—Ya, claro. ¿Por qué no me hablas de tu familia? —suspiró Peter.
—Mi padre era ingeniero de caminos y trabajó en la misma empresa durante veinticinco años. Empezó desde abajo y acabó siendo vicepresidente.
—¿Y tu madre?
—Era profesora. Se conocieron en la universidad, se casaron al terminar la carrera y tuvieron a mi hermano, Agustin, antes de un año. Luego nací yo y luego Jasmin, mi hermana pequeña.
—¿Y los dos siguieron trabajando?
—Los dos —contestó Lali—. Y a pesar de ello, nos llevaban de excursión, íbamos juntos de vacaciones, mi madre hacía los deberes con nosotros y mi padre nos enseñaba a jugar al ajedrez por las noches, antes de meternos en la cama. Algunos de los mejores momentos de mi vida los he pasado con mi familia.
—¿En serio?
—Sí. Y estoy deseando casarme y tener hijos, si quieres que te diga la verdad.
Quizá no era el mejor tema de conversación, pero una cosa había llevado a la otra...
—No sé cómo lo hicieron —suspiró Peter.
—De verdad crees que un hombre que trabaja no puede ser padre al mismo tiempo? El mío pudo hacer las dos cosas y mis hermanos ya han seguido sus pasos.
A Peter le parecía un cuento de hadas. Bonito, pero increíble.
—Me alegro de que tu infancia fuera tan especial y de que tus padres encontrasen tiempo para sus hijos, pero no siempre es así. Para mí no es posible, como no fue posible ni para mi padre ni para mi abuelo.
Lali vio la tristeza en sus ojos y, suspirando, volvió a apoyarse en la ventanilla.
—Espero que te equivoques, Peter. De verdad lo espero. Porque tú mereces tener una familia que te quiera.
Llegaron al hotel de Manhattan unas horas más tarde, cansados del viaje. Y un poco nerviosos después de aquella conversación tan personal.
Lali estaba sorprendida por la confesión de Peter, pero eso explicaba muchas cosas. Por ejemplo, por qué salía con tantas mujeres sin quedarse con ninguna.


De repente, todo tenía sentido. Peter se rodeaba de gente que no le exigiría ninguna promesa, que no se quedaría a su lado de forma incondicional, que sólo buscaba pasar un buen rato. Porque la idea de comprometerse con alguien de forma permanente le daba miedo.
Y quizá por eso nunca había intentado nada con ella.., hasta la noche del apagón en el ascensor. Nunca había parecido que la viera como mujer hasta ese momento.
Pero ella sí lo había visto como hombre. Y después de lo que pasó, le resultaba difícil apartar esa fantasía de su mente.
Dada su aversión al matrimonio, sin embargo, sería mejor que buscase un hombre más disponible. Como Mel Gibson o Brad Pitt, por ejemplo.
Peter deseaba evitar las responsabilidades del matrimonio y la familia y aunque seguramente esos problemas desaparecían si acudiera a un psicólogo, la verdad era que ella sí deseaba casarse y tener hijos.
Lali había crecido en el seno de una familia feliz, con unos padres que la querían, y algún día esperaba tener lo mismo. Incluso había pensado tenerlo con Peter. Ahora sabía que sería mejor probar suerte enseñando a Coco a ladrar como un perro.
Mirándolo por el rabillo del ojo mientras se registraban en el hotel, le dieron ganas de apoyar la cabeza en el mostrador y ponerse a llorar. O a darse de cabezazos.
Como muchas mujeres, normalmente bromeaba diciendo que todos los hombres buenos estaban casados o eran homosexuales. Ahora se daba cuenta de que algunos hombres buenos no estaban casados ni eran homosexuales, pero sí alérgicos al matrimonio.
Unos minutos después entraban en el ascensor para subir a su habitación. Lali tragó saliva al recordar lo que había pasado en otro ascensor... y deseando que volviera a pasar. Diez minutos nada más. Diez minutos en los que el resto del mundo había desaparecido por completo, como si no existiera.
Pero entonces las puertas se abrieron y tuvo que volver a la realidad. No se había ido la luz, Peter no había sufrido un ataque de claustrofobia y no pasó nada.
Todo estaba igual que antes.
Dejó que él abriera la puerta de la suite y llevara su maleta a la habitación mientras ella abría las cortinas. Desde allí podía ver una bonita panorámica de la ciudad, con sus edificios grises y sus miles de coches. No era un paisaje bucólico precisamente, pero sí interesante.
Peter se dirigió a la puerta que conectaba ambas habitaciones.
—Hemos quedado a cenar con Dawson a las siete —le recordó.
Lali miró su reloj. Tenían media hora.
—Muy bien.
El se quedó mirándola un momento, pensativo, como si fuera a decir algo. Pero luego abrió la puerta y desapareció en su habitación.

5 comments: