Sunday, November 29, 2015

capitulo 2

Lali miro a su gemela, sorprendida.
-¿Le debes dinero a Nicolas?
-Pues... la verdad es que durante estos años me ha estado enviando dinero -admitió Marianela, incómoda. Lali se quedó atónita.
-¿Por qué te ha enviado dinero?
-¿Y por qué no iba a hacerlo? Está forrado y cuando Pablo murió, yo no tenía nada –explicó su hermana. Lali estaba sorprendida por la revelación-. No todo ha sido fácil para mí, Lali.
-Ya - murmuró ella.
-Rama no sabe nada de Nicolas y yo no quiero que sepa nada del dinero que me ha enviado porque... pensaría que soy una egoísta por no haber ido a visitarlo -le confió Marianela, con los ojos llenos de lágrimas-. Hay muchas cosas que Rama no sabe sobre mí. Pero he cambiado. Desde el año pasado no he vuelto a aceptar un céntimo de Nicolas y... -No llores -intentó consolarla Lali.
-Sé que te estoy pidiendo mucho, sobre todo cuando... le he mentido sobre ciertas cosas -siguió Marianela-. Pero necesito tu ayuda, Lali. Tienes que ir a Guatemala por mí.
-Marianela, yo...
Su hermana la abrazó con lágrimas en los ojos y Lali se emocionó. Marianela no solía ser tan cariñosa.
Tras el divorcio de sus padres habían estado quince años separadas y, por primera vez desde que eran niñas, Marianela le estaba pidiendo ayuda. La idea de que su elegante y sofisticada hermana la necesitase hacía que Lali se sintiera orgullosa. Más discreta y reservada que su hermana gemela, Lali se quedó desolada cuando Marianela desapareció de su vida. Aquel sentimiento de pérdida nunca se había borrado del todo y que ahora Marianela la necesitara era una forma de recuperar el pasado. Intentando olvidar que lo que iban a hacer no estaba bien, Lali decidió ayudar a su hermana en todo lo que fuera posible. -Está bien. Lo haré.
Marianela dio un paso atrás y miró a Lali con el ojo crítico de una maquilladora, una mujer que se tomaba gran interés en su apariencia. Irónicamente, pocas gemelas idénticas podrían ser tan diferentes. Lali nunca se ponía maquillaje y se sujetaba la rizada melena rubia con una coleta. Llevaba vaqueros gastados, una camiseta de algodón y zapatos planos.
-El año pasado le envie una fotografia mía a Nicolas y... bueno, ya me conoces, me puse de cine. ¡Voy a tener que trabajar mucho para convertirte en mí! -confesó marianela con una sonrisa de culpabilidad.
Lali miró a su hermana con expresión escéptica. Marianela vestía como una modelo y solía mostrar más de lo que escondía. Su larga melena rubia café por su espalda, peinada por el mejor peluquero de Londres y se maquillaba como una actriz. Todo en ella era perfecto, pensó Lali metiendo estómago.
Un hombre vestido con un poncho entró en el bar y se acercó a los vaqueros que miraban a Lali con la boca abierta. Con un vestido rosa de diseño y zapatos de tacón, la joven rubia era como una aparición en aquel remoto pueblo de Guatemala.
Marianela había insistido en que tenía que vestirse para impresionar a Nicolas, pero ella se sentía horriblemente incómoda. Además, los tacones la estaban destrozando.
Lali había encontrado una nota en el hotel diciendo que irían a buscarla a un pueblo llamado Santa Angelita y sin deshacer la maleta, pidió un taxi. Una vez que salieron de la autopista, la carretera se había convertido en un camino de tierra. Aquella increíble jornada
Rena de polvo la había llevado hasta un grupo de edificios abandonados en medio de un valle situado bajo la sombra de lo que parecía un volcán y, según su guía, lo era. Exhausta y desesperada por un baño, Lali miraba a aquellos hombres sin saber que hacer.

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