Sunday, November 29, 2015

capitulo 3

¿Y si Nicolas se daba cuenta de que no era Marianela? ¿Y si hacía o decía algo que la desenmascaraba? Pero no había tenido alternativa, pensó Lali. La idea de que Nicolas muriera sin tener a su lado un sólo familiar, por lejano que fuera, la llenaba de compación. Lali levantó la mirada en ese momento. Un hombre muy alto que parecía salido de una película del oeste la miraba desde la puerta del bar. Intimidada, Lali tragó saliva a intentó encoger su metro cincuenta un poco más.
Los hombres se quitaron el sombrero y un murmullo de respeto rompió el silencio. El hombre se acerco a ella con un ruido de espuelas.
-¿Lali Esposito?
Lali se quedó mirando el cinturón de cuero con una hebilla de plata. Después, sintiéndose diminuta al lado de aquel gigante, se puso en pie. Pero los tacones de diez centímetros no ayudaban mucho. Aquel hombre debía medir más de un metro noventa y ella no le llegaba ni a los hombros. Preguntándose si iba a necesitar un diccionario de español para entenderse con él, Lali levantó la cara. -¿Ha venido a buscarme? -preguntó-. No he oído el coche.
-Será porque he venido a caballo.
El fluído inglés del extraño la tomó por sorpresa. Lali se echó a reír. Tenía que ser una broma. Nadie iba a buscar a otra persona a caballo en el siglo XX. Sobre todo, si esa persona llevaba maletas.
-¿Puede mostrarme alguna identificación?
-Soy Juan Pedro Lanzani y no estoy acostumbrado a que duden de mi identidad -contestó él, ofendido.
Lali intentó no acobardarse.
-Y yo no estoy acostumbrada a irme con hombres que no conozco...
-Ya, clam. Por eso conocio a Pablo en un bar y se fue a la cama con el esa misma noche. No creo que sea usted particularmente selectiva con los hombres -replicó él entonces.
Lali se quedó paralizada. No podia creer que le hubiera dicho algo tan ofensivo a la cara.
-¿Cómo se atreve? -exclamó, poniéndose colorada-. ¡Eso no es verdad!
-Pablo y yo crecimos juntos, así que esta perdiendo el tiempo. Guárdese el numerito para Nicolas. ¿Va a venir conmigo o piensa quedarse aquí?
-¡Yo no voy a ningún sitio con usted! Que manden a otra persona a buscarme...
-No hay nadie más, señora -la interrumpió el, dándose la vuelta. Lali se quedó mirando aquella espalda increíble, como hipnotizada. Los hombres empezaron a murmurar y Lali se preguntó si alguno de ellos hablaba inglés y habría entendido la grosería de Peter Lanzani. Con la cara roja de vergüenza, Lali tomó su maleta y salió del bar.
Peter la estaba esperando en la puerta.
-Es usted el hombre más grosero y desagradable que he conocido en toda mi vida -le espetó-. Por favor, no vuelva a dirigirme la palabra a menos que sea absolutamente necesario.
-No puede llevar eso.
Antes de que Lali pudiera replicar, el hombre le quitó la maleta de las manos. -¿Qué está haciendo?
-Es un camino muy largo y quiero llegar antes de que se haga de noche. En el rancho no le va a hacer falta nada de esto -dijo Peter-. Elija lo que necesite y lo colocare en la silla. El dueño del bar se quedara con la maleta hasta que vuelva.

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