Thursday, November 26, 2015

capitulo 50

—Esperaba que eso fuera suficiente, pero no ha sido así. No puedo darte lo que necesitas, lo que te mereces. Tú lo quieres todo, un marido, una familia.., y yo no puedo dártelo. Ni ahora ni nunca seguramente. Pero verte esta noche coqueteando con Will... He tenido que hacer un esfuerzo para no estrangularlo con la servilleta.
—Peter...
—Dime que me marche, Lali —la interrumpió él, acariciando sus brazos—. Dime que me odias y que no quieres saber nada de mí. Échame de aquí a patadas antes de que haga algo realmente estúpido como suplicarte que te acuestes conmigo.
Ella levantó una mano para acariciar su pelo.
—No te odio. Y no tienes que suplicarme. Luego, inclinando la cabeza, buscó sus labios. No debería hacerlo, pero...
Peter la besó mientras se incorporaba un poco para tumbarla sobre la cama. El camisón dejaba al descubierto sus muslos y él la devoraba con la boca y las manos. Eran tan preciosas...
La primera vez no había podido verla, no había podido ver ese precioso pelo extendido a su alrededor, como un halo, sus ojos oscurecidos de pasión, sus pezones duros. Y era una pena porque era tan hermosa que’ le dolía.
Acarició sus hombros y sus brazos, memorizando su forma, el calor de su piel. Una corriente eléctrica iba directamente de la punta de sus dedos hasta su entrepierna con cada caricia.
Un gemido escapó de la garganta femenina cuando sus lenguas empezaron a bailar y Lali enredó las piernas en su cintura, como la hiedra, mientras con una mano acariciaba su espalda y con la otra desabrochaba su corbata.
Peter la tocaba por todas partes, empujándola hacia el centro de la cama, hasta que su cabeza estuvo sobre los almohadones. Esa nueva postura les dejaba sitio para estirarse, revolcarse y disfrutar.
En cuanto ella terminó de desabrochar los botones, Peter se quitó camisa y chaqueta al mismo tiempo. Luego tiró del camisón y Lali levantó las manos para que se lo quitara.
Estaba debajo de él, desnuda. Más sexy que nunca, más incluso que cuando dejó caer la toalla sin saber que él estaba allí, mirando. Y aquella vez no tenía que quedarse mirando, podía tocarla y acariciarla.
Lali desabrochó la cremallera del pantalón y, entre los dos, consiguieron desnudarlo a toda prisa. Aquella vez no quería ninguna barrera entre los dos. Aquella vez quería que estuvieran completamente desnudos.
Peter lanzó un gemido ronco al sentir que ella clavaba las uñas en sus nalgas. Eran perfectos el uno para el otro, como dos piezas de un rompecabezas.
—Hueles de maravilla —murmuró——. A fresas con nata.
—Huelo a flores —rió Lali—. A champú de rosas.
—Lo que sea huele muy bien.

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