Tuesday, June 16, 2015

capitulo 11

Para cuando hubiera terminado con Peter, estaría deseando devolverla al aeropuerto lo antes posible. ¿Es que se había vuelto loco? ¿De verdad imaginaría que podía hacerla prisionera? Pero todo lo que le había contado la noche anterior le acudió a la memoria: la donación a la universidad... el estricto anonimato que habían exigido... su propia sorpresa de que la hubieran escogido a ella. Salió del cuarto de baño envuelta en toallas.
—¿Dónde está mi ropa?
Zulema le indicó con orgullo una colección fabulosa de sedas brillantes como joyas extendidas por la cama.
—Mi ropa... mi maleta.
Nadie le respondió.  Lali empezó a abrir cajones y puertas, pero no apareció nada. Hubiera deseado patalear y gritar de furia y se debió notar porque Zulema y sus ayudantas parecían muertas de preocupación, como si cualquier signo de descontento por su parte les fuera a comportar algún castigo.
—De acuerdo, me pondré eso. Elige algo.
Las sonrisas volvieron a aparecer como por arte de magia. Zulema extendió un caftan de seda verde esmeralda y un juego de sujetador y bragas de fino encaje, de lo más opuesto al práctico algodón blanco que ella usaba siempre en su ropa interior. Una oleada de rabia le hizo sonrojar, pero se vistió y se plantó delante del espejo con el cepillo de plata, para peinarse con brutalidad sus largos y rebeldes rizos.
—¿La he disgustado, sitt? —preguntó Zulema con voz temerosa—. ¿Por qué no quiere mi ayuda?
Lali se sintió cruel y estrecha de mente y le pasó el cepillo mientras se sentaba en el diván. ¿Cómo diablos se podía imponer un principio de igualdad a alguien que ni la conocía ni la deseaba?
—¡Qué pelo tan glorioso! Nunca había visto un pelo tan maravilloso —suspiró Zulema rozando los rizos con dedos reverentes—. Es del color del sol poniente, como habían dicho.
—¿Quién lo ha dicho?
Zulema se rió con timidez.
—Los guardianes del príncipe Peter hablan... está prohibido, pero los hombres también cotillean. Hace mucho tiempo oímos hablar de la dama inglesa con el pelo de colores gloriosos... pronto empezó a hablar todo el mundo y el rey se enfadó mucho al escuchar rumores acerca de su amado hijo. ¡Ah, el desayuno inglés está aquí!
¿Qué tipo de cotilleos?  Lali se levantó, pero Zulema ya se había alejado a abrir otra habitación con una mesa de comedor y sillas.
—Igual que en casa —le dijo a Lali mientras una procesión de sirvientes con bandejas la precedía. Con la boca abierta, Lali contempló cómo posaban las bandejas, y destapaban los platos uno a uno. Zumos de frutas, cereal, tostadas, croissants, bollos recientes, pan integral y todo tipo de mermeladas. Huevos fritos, cocidos y revueltos, salchichas, bacon, riñones, tomates y tostadas de pan francés. Parecía un almuerzo, pero le estaban sirviendo el desayuno.
Zulema apartó una silla y Lali se desplomó en ella examinando el banquete que tenía delante. Estaba hambrienta pero nunca había visto tal despliegue para un solo individuo. Toda la mesa estaba cubierta.
—¿Te gusta?
—Estoy muy impresionada.
—El príncipe Peter ha traído a un chef de Dubai. Si no te gusta como cocina, le devolverán a casa.
¿Peter había contratado a un chef especialmente ara ella? ¿Es que pensaría que iba a quedarse lo suficiente como para que importara?  Lali inspiró con fuerza sintiéndose cada vez más que estaba viviendo en un mundo de fantasía, a años luz de distancia de su mundo práctico y sensato.
Estaba terminando el té cuando Zulema se acercó de nuevo.

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