Saturday, June 20, 2015

capitulo 37 y 38

—Esa es una actitud totalmente irrazonable.
—No me siento muy razonable. ¿Por qué debería estarlo? Tú ya no mereces una consideración especial por mi parte. Me caso contigo por cuestión de honor, y ¿cómo me pagas?
—¡Yo no quería casarme contigo!
—Entonces, en el nombre de Alá, ¿por qué no subiste a ese helicóptero?
—Yo... yo...
—Sabía que no tendrías respuesta. Pero no creas que yo no conozco la respuesta a ese misterio. ¡Sé lo que pasa por tu cabeza!
Lali se había puesto muy pálida.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Conozco tu arrogancia.
—¿Mi arrogancia?
Apenas podía creer que él la acusara precisamente de eso.
—Creíste que podías hacerme jugar tu juego. Que podías hacer las cosas a tu manera. Pero, ¿qué se esconde tras esa derrota? Una verdad que no quieres reconocer. Tu deseo por mí es tan fuerte como tu orgullo, más fuerte que tus prejuicios y más aún que el poder que ejerces sobre mí. Porque yo te hubiera dejado ir.
Mientras escuchaba aquella verdad que no deseaba oír, Lali apretó los dientes y se puso pálida. Era como si aquella media hora de decisión en el desierto fuera un concurso de poderes, una batalla en la que él había triunfado y no pensaba dejar que ella lo olvidara.
—Así que no me culpes a mí de tu vacilación porque te di la libertad y tú no la quisiste.
Sus sensuales ojos esmeralda se deslizaron sobre ella y su posesiva boca se arqueó.
—¿Y por qué te estremeces tras esa bata? ¡Estás ridícula! No soy tan estúpido como para imaginar que una mujer de tu edad y educación sea todavía una tímida virgen.
—Pues yo creo que eres muy estúpido —susurró Lali sonrojada de vergüenza.
Pero no pensaba quitarse aquella bata y exponerse semidesnuda por muy ridícula que pareciera.
—En eso puede que tengas razón. Debería haber seguido mis propios ideales. No debería haber sido permisivo con tu sociedad carente de principios. Tuve que superar ciertas barreras culturales antes de pedirte que te convirtieras en mi mujer, sabiendo que yo no sería tu primer amante.
—¿De verdad? ¿Y cómo sabes eso?
Su sensual boca se apretó.
—Sé muy bien que compartiste un apartamento con un hombre el año anterior a mi estancia. Me enteré en Inglaterra.
Gaston, uno de sus colegas, que se había encontrado temporalmente sin casa, le había pedido la habitación de más y ella había aceptado simplemente porque era el único amigo que tenía... y era homosexual.
—Pero Gaston...
—No quiero oír hablar de otros hombres —Peter le dirigió una furiosa mirada de reproche—. Y si no hubieras descargado tan amarga hostilidad contra mí hoy, esos sentimientos injustos no se me hubieran ocurrido y mucho menos te los hubiera mencionado.
—¡Pues me alegro mucho de que lo hicieras! —respondió con acidez Lali viendo en ello un arma arrojadiza.
—No soy un hipócrita. No te pediría algo que yo mismo no puedo Cumplir. Y del humor que me has puesto, puede que sea una suerte que ya
Un dorado pecho musculoso con vello negro apareció entre los bordes de la camisa.  Lali se dio la vuelta con el corazón de repente desbocado y las mejillas sonrojadas mientras se metía las mangas de la bata.
—Si piensas quedarte aquí, yo dormiré en otro sitio.
Sin previa advertencia, un par de fuertes brazos la rodearon por detrás.
—No.
—Por favor, aparta tus manos de mí.
—No.
—Peter...
—Estoy harto de ser un caballero —dijo atrayéndola contra el ardor de su poderoso cuerpo.
—Si no me dejas irme, saldré de este palacio mañana por la mañana —prometió temblorosa Lali con lágrimas ardientes—. Y cuando esté en mi país de nuevo, te juro que hablaré con la prensa. En respuesta a la peor amenaza que podía imaginarse, Peter se puso rígido al instante.
—No harás eso...
—¡Lo haré! ¿Por qué no? ¿No dijiste que estabas preparado para un incidente diplomático? Bueno, pues yo te daré uno.
Peter deslizó las manos hacia sus caderas y la levantó con un solo movimiento.
—Entonces mañana no irás a ningún sitio! —se dirigió a la puerta y la abrió antes de que ella pudiera respirar—. Ni mañana ni nunca.
—¿Qué diablos estás haciendo? —jadeó Lali desconcertada por la tempestad de furia que le había provocado.
Él avanzó a grandes zancadas por un corredor.
—¡Peter... bájame!
Él la mantuvo sujeta con fuerza mientras subía unas escaleras.
—¡Cierra la boca!
—Gritaré.
—¿Y por qué no?
—No quiero tener más relación contigo ¿Es que no lo entiendes? No quiero estar casada... ni siquiera quiero una aventura. Sólo desearía no haberte conocido nunca.
—Cobarde —dijo Peter mientras empujaba una puerta con agujeros.
Se escuchó un sonido metálico al cerrarse.
—¿Cómo te atreves a llamarme cobarde? ¡No es cobardía, es sentido común!
—Y tu cobardía te llevó hasta Canadá la última vez, pero no ésta. Como mi mujer, tendrás tanta libertad como un criminal bajo fianza, y eso se lo puedes agradecer a mi padre. El nunca se recupero de la humillación del abandono de mi madre. Las mujeres de mi familia son las únicas mujeres de Datar que no pueden abandonar la comunidad sin un visado firmado por triplicado de sus maridos o padres. ¡Pensar que debo agradecer ahora esa ley medieval!
¿El abandono de su madre? ¿Su madre había abandonado a su padre antes de morirse?
—¡Bájame!
Para su sorpresa, Peter la obedeció, sólo porque era lo que pensaba hacer de cualquier manera. Un segundo más tarde, las luces se encendieron e iluminaron su entorno.  Lali miró a hurtadillas el exótico esplendor de la vasta sala en la que estaban. Una simple cama gigante con elaborados cortinajes descansaba en medio del suelo de mármol. Desvió la atención a los coloridos tapices.
Ladeó la cabeza para interpretar mejor las imágenes y se sonrojó al instante. El acto del amor entre una mujer y un hombre estaba reflejado en una serie de ilustraciones artísticas que le avergonzó ver en presencia de Peter.
 no seas virgen —dijo Peter con salvajismo mientras empezaba a desabrocharse la camisa.

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