Saturday, June 20, 2015

capitulo 36

Alcanzó uno de los libros que había traído a Datar con ella, un catálogo del siglo diecinueve de la vida del desierto. Contenía algunos errores extravagantes y hasta graciosos, prueba del desconocimiento de las costumbres árabes y sus supersticiones por parte del escritor. ¿Pero no había hecho ella lo mismo con Peter? Se había comportado de forma irracional por desearle y a la vez odiarse por su propia debilidad...
Cuando la puerta se abrió, se dio la vuelta con el ceño fruncido de sorpresa al verlo. Su brillante mirada esmeralda recorrió la habitación y se deslizó por su translúcida figura con una profunda admiración que la dejó tan furiosa como avergonzada. Alcanzó la bata que Zulema había dejado en una silla cercana y se la puso por delante como una barrera defensiva.
—¿Qué quieres?
Peter puso un inesperado gesto de diversión y con gestos insolentes se quitó el turbante.
—¿Necesitas preguntarlo? —murmuró con pereza.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—¿Qué te parece a ti?
Se estaba desvistiendo, pero Lali se negaba a creer en sus propios ojos.
—Pensé que esta era mi habitación.
—Esta noche es nuestra —dijo Peter con suavidad.
—No pienso compartir esta habitación contigo.
—Lo harás. Eres mi esposa.
—Técnicamente hablando.
—Yo no tengo la mente técnica.
Se quitó un reloj de cadena de oro con total calma. Lali se quedó sin aliento.
—Pero moralmente...
—¿Y qué puedes tú tener que decir con respecto a eso? —interrumpió Peter con desdén—. ¿O es que te olvidas de que esta misma mañana me ofreciste la libertad de tu cuerpo sin el compromiso de un matrimonio?
Lali se puso escarlata.
—Estaba... estaba muy confundida esta mañana...
—Corrección: estabas desesperada y déjame que te cuente lo que hubiera pasado si yo hubiera aceptado. En cuanto estuvieras de vuelta en Inglaterra y a salvo, hubieras encontrado de nuevo cien razones para no poder estar juntos.
—Eso no es verdad.
—Tu escapada acaba aquí, esta noche —amenazó con suavidad Peter—. Y la decisión la has tomado tú misma cuando escogiste quedarte. Te dije que me casaría contigo si te quedabas y no tengo necesidad de justificar mi presencia en la noche de bodas. Eres mi mujer.
—¡No, quiero anular esa boda y volver a casa!
—Esa es una fantasía que no se cumplirá. Puedes tomarme como tu amante en vez de como tu marido. En este momento no me importa, pero te aseguro que tus juegos se han acabado. Esta noche te tendré en mis brazos y haremos el amor.
Lali temblaba de furiosa incredulidad.
—Si crees que te permitiré utilizarme de esa manera, te vas a llevar una buena sorpresa.
Peter le dirigió una mirada brillante de intensidad que acortó la distancia que había entre ellos.
—No creo que sea yo el que se lleve la sorpresa.
—¡Tú dijiste que este matrimonio había sido un estúpido error!
—Un error con el que tendré que convivir hasta el final del verano. Y si yo tengo que vivir con él, tú también.

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