Tuesday, June 30, 2015

capitulo 29

¿Yo tengo algún poder? ¿Estás bromeando? Sé que en esta casa siempre fui menos importante que la más humilde de las empleadas, eso desde que nos casamos. Adelina siempre dirigió todo, encontraba equivocado todo lo que yo hacía y me humillaba en frente de las empleadas –Lali se desahogó. – Siempre me rechazó. Intenté preparar los menús para tus comidas, y ella los rechazaba. Llegué al punto que no me importara si comías ó no. Adelina me obligó a hacer visitas que no quería hacer, comparecer a cenas desagradables, controlaba todo lo que hacía.
¡Lali!
¿Quieres saber una cosa? –ella continuó desahogándose con amargura. – Es más fácil trabajar en una mina de carbón del siglo XIX que vivir en esta casa como tu esposa.
Te condenas con cada palabra que dices –Peter retrucó después de un largo silencio. – Siempre resentiste la presencia de mi suegra y te gustaría verla fuera de esta casa.
Lali intentó decir algo, incapaz de aceptar que el sentido de sus palabras fuese tomado equivocadamente. Bien, era verdad que no le gustaba Adelina, sufrió demasiado en las manos de la ex-suegra de Peter. De hecho, quería que desapareciera como en un pase de magia. Aún así, nunca la ofendió.
No fue nada de eso lo que pasó esta noche, Peter –ella argumentó. – Sé cuanto quieres a Adelina, y yo justamente le recordé eso y le pedí que se quedara.
Confío en Adelina y no en ti. Si vuelves a lastimarla, vas a pagar un alto precio. ¡Y mírame cuando te hablo!
Lali bajó la cabeza, sin saber qué hacer enseguida. Lo que consiguiera con su desahogo fue irritarlo aún más.
Fue bueno verla actuar de ese modo. Eso va a facilitarme las cosas –Peter dijo, aproximándose.
¿Qué pretendes hacer? –ella preguntó, tragando las lágrimas.
Él la odiaba realmente y la torturaría lo más que pudiese.
Sexo. ¿Qué más podríamos hacer?
Lali pestañeó varias veces, intentando entender adonde Peter quería llegar.

¿Sexo? –Lali repitió con un hilo de voz.
Exactamente –Peter confirmó con un brillo extraño en su mirar. – Vamos a retomar nuestra relación sexual, querida... Y ni te des el trabajo de negar que quiere lo mismo.
Curioso. Afirmaste más de una vez que mal conseguía estar conmigo debajo del mismo techo. ¿De dónde vino toda esta ola de deseo?
Tu consideración no llega a ser totalmente absurdo, querida... –ahora, Peter
parecía estarse divirtiendo con la rigidez de Lali. – Bien, no tengo que darte explicaciones –continuó fríamente.
¡No te atrevas a tocarme! –Lali murmuró, alejándose de su marido.
Esta vez, Peter rió abiertamente.

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