Saturday, June 13, 2015

capitulo 67

Lali no pudo resistirse. Al llegar al descansillo de la escalera volvió la vista hacia él.
-Escucha, lo único que trato de decirte es que no quiero hablar de ello. No hace ninguna falta.  Peter apareció en la puerta del vestidor mientras Lali descolgaba frenéticamente su ropa de la percha. Las manos le temblaban. ¿Qué le estaba ocurriendo? Un minuto más y se humillaría y lloraría histérica preguntándole qué tenía aquella helada mujer del Ártico para que la prefiriera antes que a ella.
-Candela estaba detrás de aquel artículo de la prensa... -declaró Peter.
Lali se quedó muy quieta y luego, de pronto, se dio la vuelta con los ojos muy abiertos.Peter le devolvió la mirada con ojos verdes y atormentados, con los puños. cerrados.
-Entonces supongo que habrá caído de ese pedestal donde la tenías... -comentó Lali sintiendo que si dejaba de hablar se derrumbaría y hundiría en sollozos.
Por fin veía en los ojos de Peter aquello que más temía ver: el horror ante el descubrimiento de la verdadera naturaleza de Candela.
- Yo no la tenía en un...
-Lo siento, Peter, pero cualquier mujer la habría calado a un kilómetro de distancia. Pero claro... -Lali cambió de tema enseguida, incapaz de hablar de algo tan doloroso-. ¿No es reconfortante saber que estaba completamente decidida a conquistarte?
-Sólo por... sólo por quién soy y lo que tengo.
-Sí, bueno -sonrió Lali-. Sé sincero. Tú valoras las mismas cosas que ella. Toda esa educación similar, el estatus, las convicciones, el dinero.
-No espero que me perdones por haberme negado a creerte -aseguró Peter cerrando los ojos con la cabeza bien alta.
-Bien, porque no iba a hacerlo -continuó Lali buscando por el enorme vestidor-. Así que pensabas que ella estaba muy por encima de todo eso, y ahora que conoces la verdad te sientes bastante mal. Y, por cierto, ¿cómo has sabido la verdad? -preguntó de pronto curiosa.
-Un periodista cantó. Candela había estado investigándote.
-Eso podría habértelo dicho yo.
-Concertó una cita con un periodista y le entregó el informe completo. Se lo dio bajo la condición de que el artículo debía humillarte. Incluso fue tan
arrogante que ni siquiera se molestó en tratar de borrar su rastro.
-Quizá pensara que era demasiado arriesgado confiarle el trabajo a otro -sugirió Lali con las mejillas llenas de lágrimas, sin dejar de descolgar ropa del perchero.
-¿Viste la entrevista que hice sobre ti?
-No... -respondió Lali sorprendida.
-Esperaba que eso te hiciera volver a casa. Sabía que le habías prometido a Caridad encontrarte con ella, pero me advirtió de que le costó bastante que accedieras -confesó Peter tenso-. Y eso de que sólo quisieras fijar tu cita con ella con una semana de antelación sinceramente, tenía pocas esperanzas de que aparecieras hoy por el parque.
-Yo no le haría nunca eso a Caridad, es una buena persona.
-Al principio, cuando hablé con Candela la primera vez, ella no dejó de mentir. Luego mencioné el comentario que Caridad le había oído hacer el día de nuestra boda y...
-¿No es maravilloso comprobar que crees a todo el mundo menos a mí? Crees al periodista, a Caridad... -lo condenó Lali con amargura.
-Honestamente, no podía creer que Candela fuera capaz de ese comportamiento -respondió Peter apretando los dientes-. Es decir... hasta hace dos
semanas, cuando fui a verla y finalmente ella perdió los nervios al comprender que había perdido.
-Ella nunca perdió, Peter, ha salido victoriosa todo el tiempo -lo contradijo Lali con sencillez mientras las lágrimas corrían por sus mejillas-. Tú y yo no teníamos mucho en común para empezar... pero cuando ella terminó su trabajo ya no teníamos nada. Sin embargo no debes engañarte a ti mismo creyendo que la culpa es de ella.
-Sé de quién es la culpa. Sé que te defraudé y que te hice infeliz. Me odias, ¿verdad?
-A veces... como por ejemplo ahora mismo, ¡sí! - soltó Lali de pronto dando la vuelta por donde estaba él, con ojos negros y brillantes-. Aquel día me asustó de verdad. ¡Hizo todo cuanto estuvo en su mano para persuadirme de que abortara! Insultó a mi madre, me insultó a mí de todos los modos en que se le ocurrió, ¡Y tú ni siquiera me escuchaste!
-Lali... yo -comenzó a decir Peter dando un paso adelante.
-¡Cállate! -lo interrumpió Lali furiosa -. ¡Fui una estúpida casándome contigo! Ese día estaba tan enfadada que...
-Tenías todo el derecho del mundo a estarlo. Lo único que sé es que nunca he estado tan cerca de la violencia como el día en que me enfrenté a Candela
-declaró Peter con crudeza-. ¡La forma en que habló de ti era casi como para pegarla!
-¿En serio? -preguntó Lali, contenta por fin de poder gobernar sus emociones para escuchar gozosa aquel detalle-. Entonces, ¿significa eso que no va a haber una reconciliación? -Peter la miró perplejo-. Quiero decir, ¿Ya no vas a casarte con ella después del divorcio?
-¿Tú estás loca? ¿Casarme con ella? -exclamó Peter incrédulo-. ¡Pero si es una lagarta!
-Bueno, te ha costado toda una vida darte cuenta, pero al fin lo has comprendido. Enhorabuena.
¿Podrías darme una maleta?
-¿Una maleta?
Lali se sentía poseída por una necesidad imperiosa de mantenerse ocupada. Peter estaba minando su resistencia, y ella estaba decidida a que eso no ocurriera. Lali dio un paso adelante y estuvo a punto de caer ante una montaña de ropa tirada en el suelo. Miró para abajo y vio que era de Peter. La sorteó y pasó al Iado de él. Pero entonces Peter la agarró de la mano.
-¡Tienes que escucharme!
-¿Me escuchaste tú a mí? ¡No, cuando trataba de explicarte lo que ocurría tú siempre decías o que estaba celosa o que estaba irritada a causa del embarazo! ¿Pues quieres que te diga algo, Peter?
Ahora no me ocurre nada de eso, ahora lo que me ocurre es que estoy al límite de mi paciencia. ¡Suéltame!
Peter la soltó. La ira coloreaba sus duras y masculinas mejillas, pero era el dolor escondido en sus ojos esmeralda lo que emocionó a Lali y la dejó atónita.
-Siento todo esto mucho más de lo que jamás imaginarás -respiró él.
Pálida y temblorosa, Lali comenzó a buscar una maleta. Era una locura, era absolutamente irracional seguir haciendo la maleta en medio de aquel torbellino sentimental, pero no podía soportar ver a Peter herido. Y todo por culpa de aquella lagarta, que le había sorbido el seso. Lali se estremeció. Por fin encontró las maletas. -Deja que te la baje yo -se ofreció Peter quitándosela de las manos.
-¿Sabes?...aún no eres consciente, pero antes o después te darás cuenta de la suerte que has tenido librándote de mí -musitó ella en voz baja, apresurándose a volver al dormitorio que nunca compartirían.
-Lali... por favor, siéntate para que podamos hablar -insistió Peter con una humildad casi patética-. Necesito contarte cosas sobre Candela.

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