Thursday, June 18, 2015

capitulo 28

Lali se quedó con la boca abierta.
—No puedes hablar en serio.
—Nunca he hablado más en serio en toda mi vida —juró Peter con salvaje rabia.
Lali estaba incrédula y furiosa. Había perdido su orgullo y respeto por sí misma. Le había ofrecido una relación que hasta el momento nunca le había planteado con ningún hombre. Eso le había costado mucho valor.
—¡Pues por mí si no quieres volver a verme, mejor!
Los salvajes ojos esmeralda se posaron en ella.
Extendió las manos con un aire de absoluta finalidad.
—Inhallah. Entonces te doy la libertad que dices que quieres. Puedes irte. Hay un helicóptero ahí mismo. Te llevará al aeropuerto. Y dentro de dos horas sale un avión para Londres.
Devastada, Lali lo miró con la boca abierta.
—Tienes media hora para tomar la decisión.
—¡No necesito media hora! —sus ojos eran negros contra el sonrosado de sus mejillas—.
¡Con cinco minutos me sobraría!
Peter le dirigió una mirada afilada con todos los músculos de su cuerpo tensos.
—Esa es tu decisión, aziz... pero quiero que estés segura de que si te quedas, serás mi esposa antes de terminar la tarde.
—Eso es como hacerme volar sin motores. ¡Tienes que estar loco!
—Ya veremos lo loco que estoy. Lo veremos los dos.
Lanzó un ruido como una amenaza escrita con sangre, giró con brusquedad y salió de la tienda.
Nada como escoger las palabras mágicas para acelerar la partida... «Serás mi esposa antes de terminar la tarde». ¡Ja!, pensó Lali.  Peter estaba definitivamente loco. Sabía que se metería en aquel helicóptero con tal rapidez que dejaría un remolino a sus espaldas. Liberación.. escape... libertad.  Peter había decidido forzar el asunto, pero había cometido un gran error de cálculo, pensó con maliciosa satisfacción. Su pequeña aventura en el Medio Oriente había llegado a su fin y lo agradecía.
Su atención se fijó en la maleta que no había vuelto a ver desde el aeropuerto. Parpadeó al interpretar el mensaje.  Peter la había llevado con él. Así que, en otras palabras, había llegado preparado para aquella decisión. Pero antes le había permitido ponerse en ridículo.
Con los dientes apretados, Lali se puso en frenética actividad. Sacó las llaves y abrió la maleta. No pensaba aparecer en el aeropuerto con babuchas y aquel chador. ¿Cómo no se había fijado antes en la maleta?
Se tomó su tiempo en vestirse con un par de pantalones frescos de algodón y una voluminosa camiseta. Después se peinó y echó un vistazo a su reloj. Habían pasado quince minutos. Salió de la tienda, apartó las ornamentadas cortinas y miró afuera. Los deslumbrantes rayos del sol se reflejaban en la carcasa plateada del helicóptero aparcado en el centro del campamento. Sintió una, oleada de transpiración y levantó la maleta.
«Nunca volverás a verlo».
Eso podía soportarlo... por supuesto que podía. ¿No había pasado veintisiete años sin depender de ningún hombre?
Apretó los dientes y se pasó una mano con furia por el pelo. Maldito fuera... Ella era más fuerte que eso. Iba a hacer lo más sensato por muy duro que fuera.
Toda su vida había sido prudente, práctica y realista. No se había permitido ninguna tonta fantasía romántica... bueno, sólo una. Él. Y desde que había desaparecido dos años atrás, siempre aquella sensación de pérdida, soledad y separación... Lo había odiado por tener aquel poder sobre ella y ahora lo odiaba diez veces más mientras luchaba contra un deseo tan atemorizante e irracional como el desconocido sentido de completa impotencia que le paralizó el paso.
Nunca es demasiado tiempo...
¿Qué diferencia había entre una aventura y un matrimonio temporal?, le susurraba una insidiosa vocecita. Asustada por aquella idea, Lali se llevó las manos a la cara ardiente.
Todo su ser se revolvía contra que la obligaran a una postura que ella no hubiera elegido libremente.
¿Pero que libre elección había en no volver a verlo nunca?  Peter mantendría su promesa. Desbordada por la tormenta emocional dentro de ella, se sentó en la maleta. La palabra «nunca» se erigía como un muro gigantesco entre ella y la libertad que anhelaba.
Las palas del rotor arrancaron con un ruidoso giro y las paredes de las tiendas se ondularon.  Lali, que se enorgullecía de no llorar nunca, se sorprendió a sí misma al romper en un torrente de lágrimas lujuriosas. Se despreció a sí misma y lo odió a él. En menos de cuarenta y ocho horas la había desgarrado. La había acorralado y le había puesto una trampa que ella no había reconocido hasta ser demasiado tarde. Nunca se lo perdonaría.
—¿Va algo mal, sitt?
—¡Todo! —gimió con pasión Lali antes de fijarse en quién le había hecho la pregunta.
—El príncipe Peter estaba muy enfadado. Estaba muy preocupado por tu seguridad. Pero el día grande su rabia se desvanecerá.

4 comments:

  1. dale le da vueltas si se quiere quedar porque tanto problema.

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  2. espero que lali se quede quiero mas

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