Sunday, June 14, 2015

capitulo 5

Quizá le debiera a Peter escucharle. Dos años atrás, su fiera rabia no le había ayudado en nada a expresarse en la lengua de ella.
El silencio se prolongó.  Lali sintió su frustración. Él deseaba que ella se defendiera. Era curioso que entendiera exactamente lo que sucedía en aquel retorcido e inteligente cerebro de él. Pero defenderse sólo prolongaría la agonía... y ella ya sentía agonía, con el evocador aroma de sándalo impregnando el ambiente y el suave siseo de su respiración interfiriendo en su concentración. Le llevó atrás, a un tiempo terrible en que su seguro mundo se había desmoronado casi.
—¿Puedo irme ahora?
Casi susurró de lo tensa que estaba.
—Mírame.
—No.
—¡Mírame!
La mirada de Lali tropezó con los vibrantes ojos esmeralda de tigre y se le cortó la respiración. La extraordinaria fuerza de él la tenía fascinada. De repente se sintió mareada y desorientada. Con una sensación de total impotencia, sintió sus senos inflamarse y sus pezones erizarse contra las copas del sujetador. Se sonrojó y no podía hacer nada para controlar su propio cuerpo. La carga electrizante y sexual del ambiente desbordaba todas sus defensas.
Peter esbozó una sonrisa lobuna y sus fantásticos ojos esmeralda se deslizaron sobre ella, deteniéndose en cada una de sus generosas curvas apenas cubiertas por la ropa suelta. Entonces, sin previa advertencia, dio un paso atrás y una palmada. El sonido fue como un tiro en medio del denso silencio.
—Ahora tomaremos el té y hablaremos —anunció Peter con una simplicidad y autoridad exquisitas que le hicieron a  Lali recordar quién era, lo que significaba su estatus y donde se encontraba ella.
Aquel hombre arrogante era sinónimo de divinidad en Datar.
Lali se puso tensa y se cruzó de brazos.
—No creo que...
Como por arte de magia, surgieron tres sirvientes, uno con una bandeja con tazas, otro con una tetera y el tercero con una mesa baja de ébano.
El se sentó entre los cojines con una innata gracia animal y ella se sentó contra otro grupo de cojines sobre la deliciosa alfombra, sintiéndose miserable. Los recuerdos no la abandonaban.
En otro tiempo la había atraído sin remedio. Cada mínimo detalle de la vida de Peter la había fascinado. Ella tenía veinticinco años pero era más ingenua que una adolescente con el primer amor, obsesión o como quiera llamársele, pero había afectado más porque ya no tenía dieciséis años ni la rapidez de recuperación que esa edad conlleva. Y ella misma había sido arrogante al creer que su capacidad mental era suficiente como para no sucumbir a los asaltos hormonales ni a respuestas emocionales inmaduras. Pero él había tirado por tierra todas sus suposiciones.
— Ha habido una pequeña confusión acerca de mi visado en el aeropuerto... No hubiera mencionado tu nombre si no hubiera sido por eso —se escuchó decir a sí misma.
Ella no era impulsiva, pero con Peter cerca de ella, no era ella misma. La taza de china traicionó sus temblores mientras intentaba distraerse dando sorbos.
— Tu visado no era válido.
—¿Perdona?
—A las mujeres jóvenes sólo se les concede un visado bajo condiciones muy estrictas: si vienen a quedarse con una familia de Datar, tienen un contrato legal de empleo o viajan con un hombre —enumeró Peter para asombro de Lali —. Se suponía que tú venías acompañada y llegaste sola. Fue eso lo que invalidó tu documentación.
Lali alzó la barbilla y sus ojos negros despidieron chispas.
—0 sea que discrimináis a las mujeres extranjeras con esa lista de ridículas condiciones...

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