capitulo 48

A Peter se le tensaron los músculos de la cara. Sus espesas pestañas enmarcaron sus ojos esmeralda como la noche y la reacción fue como si le hubieran clavado un cuchillo en la espalda.
—Si ese es tu deseo...
Cuando, la puerta se cerró a sus espaldas, Gimena gimió.
—Ahora le has ofendido y es culpa mía.  Nicolas se estremecería si me hubiera oído hablarle a Peter así, pero, por Dios bendito, le saco veinte años, he vivido en Londres la mayor parte de mi vida y sigo olvidando que mi hermano será un día nuestro rey. De todas formas, no ha dejado de actuar como un idiota desde que te trajeron aquí.
—¿Como un idiota?
—Estaba muerto de pánico. Al principio quería llevarte a Londres porque no estaba seguro de que pudiéramos cuidarte bien aquí. Tuve que convencerle de que tendría que preocuparse de verdad si esperaba tanto tiempo a que te pusieran un tratamiento. Después quería que te vieran todos los especialistas y no ha abandonado el pie de tu cama ni un solo momento. No ha dormido, no ha comido y ha puesto a cuatro guardias en la puerta. Casi ya espero que en cualquier momento aparezca un catador real.
Lali miró a Gimena con los ojos muy abiertos.
—¡Dios mío!
Con una sonrisa, Gimena se sentó en una silla.
—Entiendo que estuviera preocupado por ti, pero lo que no entiendo es que se comportara como si fuera culpa suya que estuvieras enferma.
Lali recordó vagamente aquella disculpa.
—Como si eso fuera posible. Tuviste mala suerte, eso es todo. ¿Cómo te hiciste esos arañazos? —Belen.
—¿Lo sabe , Peter?
Lali asintió.
De forma desconcertante, la hermana de Peter rompió a reír.
—Esa noticia hace que merezca la pena lo que he tenido que soportar. Tu especialista, el doctor Khan querrá examinarte. ¿Tienes hambre ya?
—No.
—Por favor, intenta recuperar el apetito —bromeó Gimena—. Si no, Peter te traerá al cocinero de Dubai y lo siguiente que pasará es que los pacientes ricos querrán hacer lo mismo. La verdad es que me alegro mucho de que estés aquí.
Lali se quedó con la boca abierta.
—Lo que hace Peter, lo imita todo el mundo —le contó animada Gimena—. Si te hubiera llevado a Londres, nuestra reputación como hospital se hubiera hundido sin remedio —se dio la vuelta hacia la puerta y sonrió ampliamente—. Y también dependo de ti para traer al primer bebé real dentro de estas paredes, pero por favor, hagamos un pacto para sedar a Peter antes del gran acontecimiento, porque le estrangularé sí empieza a decirme lo que tengo que hacer en la sala de partos.
¿Un bebé real?  Lali se quedó muda.Gimena tenía la impresión de que el suyo era un matrimonio auténtico. Por supuesto. ¿Para qué iba Peter a comunicar a su familia que ella era sólo una diversión temporal? No había necesidad cuando al final del verano ella se habría ido de todas formas. Pero estaba segura de que su padre lo sabía. Quizá esa fuera la razón por la que hubiera dejado a Peter casarse con ella.
Bueno, pues el rey Alejo no necesitaba preocuparse y Gimena tendría que sufrir una decepción.  Peter no había corrido el riesgo de dejar a su mujer embarazada ni siquiera en medio del ardor de la pasión.