Friday, June 19, 2015

capitulo 34

Lali esbozó una sonrisa sarcástica al pensar en la rapidez con que el amante marido de su tía había cambiado en cuanto se habían casado.
—Sé muy bien que vosotros, los hombre árabes, olvidáis todo el encanto y persuasión en el minuto en que ponéis el anillo de casada en el dedo de una mujer. Entonces os sentís seguros. Os sentís libres para volver a ser vosotros mismos, jefes de vuestras casas y de todo lo que contiene... y la antes deseada y cortejada prometida se convierte en una posesión más para ser usada y abusar de ella según vuestro humor. Bueno, pues antes de que te dejes arrastrar por la sensación de ser todopoderoso, te aseguro que el anillo que llevo en el dedo, no significa nada para mí.
Peter la miró y Lali se sintió en el ojo del huracán. Todos los rasgos de su cara estaban inmóviles. Y, sin embargo, la tensión emanaba de él como ondas eléctricas. Sólo su silencio era ya una forma de intimidación.  Lali sintió un temperamento mucho más fuerte que el de ella misma y, en un arrebato, se quitó el dedo del anillo y lo tiró al estanque. Se hundió con un leve chapoteo.
El cargado silencio empezó a pesar como una losa.
—¡Ese anillo es el símbolo de una, farsa! —dijo Lali furiosa por sonar tan a la defensiva.
Peter estaba rígido y muy pálido. La miró con unos ojos oscuros como una noche tormentosa.
—Tus modales son sorprendentes y tienes peor carácter que un niño malcriado. Lo descargas ciegamente sin preocuparse de lo que insultas. Sospecho que eso proviene de toda una vida de no recibir consejo más que de ti misma, pero eres muy ingenua si crees que permitiré tales demostraciones. Recupera ese anillo.
Violentamente sonrojada y ultrajada por su reprimenda, Lali le devolvió una mirada de rabia con la respiración acelerada. Estaba tan furiosa que deseaba darle una bofetada.
—Sin él no entrarás en mi casa —informó Peter sombrío.
—¡Bien! ¡Para empezar, yo no quería ese estúpido anillo!
—No... tú querías que te tratara como a una prostituta... pero eso todavía se puede arreglar.
—¿Perdona?
—Con cada palabra ofensiva y con cada arrebato, haces que mi respeto por ti disminuya. Te miro y me pregunto: ¿Es esta la mujer por la que he ofendido a mi honorable padre? Lo que debería haber sido un día de júbilo ha acabado en un valle de lágrimas, y ya no me queda más paciencia. Recupera ese anillo o pasarás la noche aquí fuera... Sin él no te reconoceré como mi esposa.
—¿Y crees que me importa? explotó Lali temblorosa con los puños apretados.
—Creo que deberías aprender lo que es ser tratada como una posesión para usar y abusar según mi humor. Sólo entonces quizá aprecies que nunca te he tratado como a un ser inferior... hasta ahora.
Si pensaba por un solo instante que iba a empaparse en aquel estanque, ya podía cambiar de idea. Se quedó de pie rígida como una estatua. Pudo ver a dos guardias de pie justo a la puerta de palacio; su presencia era normal cuando Peter estaba dentro, pero aún así, la rabia la sacudió al verlos. Ahora tenía audiencia. Apretó los dientes. 0 sea que Peter pensaba que iba a enseñarle una lección, ¿verdad? ¿Cómo se atrevía él a calificar sus modales? ¿Le había preguntado a ella antes de engañarla y llevarla a Datar para casarla dos veces? El sol caía sobre su cabeza descubierta. Se metió entre las sombras y cayó de rodillas, lo que fue muy desagradable con el frío suelo de mármol. Lo odiaba... lo odiaba con toda su alma.
Pasó una hora horriblemente lenta. ¿Dónde estaba la mujer tan inteligente que no había subido al helicóptero? ¿Dónde estaba la que había creído que podía razonar con Peter y controlarle?
Se levantó de nuevo, rígida como una tabla y unas lágrimas de furiosa frustración le empañaron los ojos.  Peter era la única persona que conseguía hacerle perder los nervios de aquella manera. ¡Oh, al infierno con todo! No pensaba pasarse allí la noche congelada y muerta de hambre por un estúpido orgullo. Era posible que se hubiera pasado un poco al tirar el anillo, pero lo que había querido era expresar
su furia por haber manifestado él que cambiaría de mujer. Como si las mujeres fueran intercambiables como un mueble.

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