Wednesday, June 17, 2015

capitulo 18

—No puedo hacer esto —jadeó Peter apartándose de forma abrupta y arrastrándola con él para incorporarla de nuevo—. Hacer esto es un deshonor para ti y no quiero arrepentimientos entre nosotros. Vendrás a mí como mi prometida o de ninguna manera.
La posó entonces como a una muñeca en un diván bajo.  Lali no sabía lo que le había pasado. Se sentía como si todo su cuerpo tuviera vida propia y ahora estaba gritando ante la cruel separación. En definitiva, se moría por una unión física que nunca había sentido antes. Y allí estaba con la mente nublada que se negaba por completo a razonar. Y sin embargo, no quería pensar...
—Siempre supe que tu deseo igualaría al mío —confesó Peter con satisfacción—. Ahora debes reconocerlo tú también y agradecer que mi control sea más fuerte que el tuyo... aunque la verdad es que no fue eso lo que refrenó mi ardor.. las puertas están entreabiertas.
¿Estar agradecida?  Lali se sentó y el ardor pasó a la fría realidad. Ella nunca había sufrido un tumulto de emociones como aquellas. Se sentía inundada de vergüenza y odio contra él y contra sí misma.
—Belen —susurró dolida.
Entonces bajó la cabeza preguntándose cómo un hombre podría reducirla a tal estado de egoísmo y locura.
—¿Qué tiene ella que ver con nosotros? —preguntó Peter con salvaje impaciencia—. ¡No vuelvas a nombrarla otra vez!
¿Cómo podría hablar así? Sintió náuseas. Estaba avergonzada de su comportamiento. ¿Cómo podía haberse olvidado de Belen ni por un momento? Las lágrimas le empañaron los ojos mientras se levantaba.
—¡Debes dejar que me vaya!
—Eres la mujer más obstinada que he conocido en toda mi vida. ¿Por qué no puedes hablar conmigo? Por qué siempre me encuentro con el mismo silencio? ¿Es que tienes tantos prejuicios contra mi raza que ni siquiera escuchas a tu propio corazón?
El cambio hacia la intolerancia racial fue como un puñetazo para ella.  Lali le dirigió una mirada de amargo reproche y salió de allí como alma que lleva el diablo.
Entre estrangulados sollozos se encontró a Zulema en la galería de arriba. Los contuvo con toda la disciplina que pudo y alzó la cabeza ocultando la agonía que amenazaba con desgarrarla.
¿Cómo se había atrevido a llevarla allí? ¿Cómo se atrevía a someterla a semejante situación? Estaba desenterrando los sentimientos del pasado, una rabia y agitación que ella creía desaparecidas para siempre. Era su orgullo lo que estaba herido, se dijo a sí misma. Su estúpida e irracional atracción hacia él la hacían estremecerse y que la hubiera obligado a ponerse en contacto con él de nuevo era una mortificación. Era como volver a la escena del crimen.
Cuando volvió a sus habitaciones palaciegas, se encontró demasiado frenética como para sentarse, sabía que le producía ese desasosiego. Todavía estaba aturdida por su respuesta física y apenas daba crédito a la mujer en que se había convertido en sus brazos. Todo contacto físico la había dejado siempre fría. Incluso cuando había estado obsesionada con Peter había supuesto que un contacto más cercano con él sería la misma experiencia desagradable que con otros hombres. Pero lo que acababa de experimentar ahora mostraba su vulnerabilidad y estaba disgustada consigo misma.
¿Cómo podía haberle permitido que la tocara de aquella manera? Quizá todo fuera culpa de ella, pensó sombría. Era virgen a los veintisiete años... pero eso no le había preocupado nunca hasta que él había aparecido en su vida. Nunca se había sentido reprimida hasta que él había despertado aquellos sentimientos tan incómodos dos años atrás. Sólo ahora pensaba que se había negado la parte de su
naturaleza física demasiado tiempo para que un hombre casado le hubiera puesto las manos encima y se hubiera comportado como una desaforada sexual.

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