Sunday, June 21, 2015

capitulo 45

Una mano suave le acarició la barbilla.  Peter le sonrió con aquella sonrisa radiante que le encogía el corazón.
—Y pareces tan preocupada pero a la vez tan sexy...
Deslizó un dedo por su labio inferior inflamado por sus apasionados besos y ella sintió el pulso acelerado. Con el pulgar le entreabrió los labios e invadió su tierno interior y, con vergonzosa incredulidad, Lali sintió un nuevo ardor entre los muslos.
—Olvida el mundo fuera de estas paredes —susurró Peter con voz ronca—. Este es nuestro mundo y nada puede amenazarte aquí.
Nada salvo él.
—Peter...
Él se inclinó hacia ella y penetró sus labios con la lengua en un erótico asalto que le hizo cosquillear hasta la última célula de su cuerpo.
—¡No!
Se apartó de ella como si la hubiera tratado con violencia.
—¿Te he hecho daño?
Sintió un violento sonrojo al conectar con la limpia y cándida mirada de él.
—Sí... —mintió temblorosa.
—Hay muchas formas de hacer el amor.
—¡Y yo no quiero conocerlas! —aseguró con fervor Lali al borde del pánico. Peter esbozó una sonrisa de diversión.
—Pues las conocerás, vamos... nos daremos un baño.
—¿Un baño?
—Si tengo que contener mi ansia de ti, aziz, un baño fría se hace necesario.
—Ah, vete tú —dijo ella sin entusiasmo.
Peter ladeó su preciosa cabeza y soltó una carcajada. Antes de que Lali pudiera preguntarle qué era lo que le parecía tan divertido, salió de la cama y la sacó en brazos de un solo movimiento. —Desde esta noche lo compartiremos todo —le aseguró.
—Pero no un baño frío.
—Pero te mereces uno, aziz. Si no me sentiría deficiente como amante.
—Tienes un perfecto diez, así que no te preocupes —dijo con acidez Lali—. Ahora, ¿podrías bajarme, por favor? No soy de esas mujeres que caen de rodillas ante la superioridad de los músculos de un hombre.
Él la alzó aún más y atrapó su boca con un beso hambriento y ardiente que la dejó mareada y desorientada.
—¿Un perfecto diez? ¿Comparado con quien? ¿O es que también has tenido fantasías conmigo?
—Yo nunca he tenido una...
—¡Qué pequeña mentirosa eres...! Terca, agresiva, de lengua afilada... Menos mal que no me he casado contigo esperando encontrar una dulzura como la miel.
—¡Te has casado conmigo para meterme en tu cama!
—Pero no me hacía falta hacerlo —la desconcertó él—. Podría haberte llevado a mi cama en Inglaterra pero decidí no poner a prueba tu control. Deberías estar agradecida.
—¿Agradecida?
El esbozó una sonrisa de cinismo.
—Podrías haber fallado la prueba.
Rabiosa, Lali forcejeó y al instante siguiente estaba sumergida en agua fría. Salpicando y jadeando de la sorpresa, se agarró al borde de la piscina y se apartó el pelo de los ojos.
—No permitiré que te rebeles. Mientras seas mi mujer me tratarás con respeto.
Bajo a luz de la luna, él era una silueta oscura dorada con el agua hasta la cintura. «Mientras seas mi mujer», pensó ella con furia. Siempre el límite de tiempo. Y no es que eso le importara a ella porque amarlo no le cerraba los ojos a la imposibilidad de una relación duradera entre ellos. Por otra parte, le enfurecía su arrogancia de creer que podía tomar lo que le apeteciera de la institución matrimonial y dejar a un lado lo que no le interesaba.
—No sólo no creo en el matrimonio, sino que no me siento tu mujer y no quiero serlo —se defendió con ardor—. No me siento honrada... me siento utilizada. Esas ceremonias han sido una farsa y no pensarás que por ponerme un anillo en el dedo me ciegas.
Peter avanzó hacia ella.
—Así que te sientes utilizada. Pero entonces, ¿que significa para ti la ternura? ¿Sólo algo que destruir como buscas destruir todo lo que compartimos con tu estrecha mente y tu tonto sentido de superioridad?
A Lali se le heló todo el cuerpo.
—No me siento superior —susurró devastada por la furia que había desatado ella misma.
—Pero me das tu cuerpo y nada más. Parece, como si yo no mereciera la pena. Si de verdad nuestro matrimonio no significa nada para ti, me he equivocado en hacerte poner ese anillo de nuevo.
La atrajo hacia él, le estiró los dedos y le arrancó la banda de oro. La tiró al agua en un gesto vehemente de repudio.
—Ahí se quedará para la eternidad aunque vendrás a mí de rodillas para que te permita usarlo de
nuevo.
Era una locura, pero en el instante en que le despojó del anillo, lo quiso de vuelta con una pasión tan fuerte como el repudio de él.
—Pero no necesito ningún anillo en tu dedo para que me permita disfrutar de lo que ya es mío.
Antes de que ella pudiera siquiera adivinar sus intenciones, Peter la asió por las caderas y la alzo el borde de la piscina.
—¿Qué estás haciendo?
—Lo que quiero —dijo Peter separándola las piernas con sus duros muslos mientras pasaba las manos por debajo de ella para mantenerla en el sitio.
—Si crees que te he usado, entonces será mejor que cometa el pecado.
Lali enterró las manos temblorosas en su pelo sedoso mientras las emociones amenazaban con desgarrarla en dos hasta que él tomó su boca con apasionada urgencia y le quitó todo pensamiento racional de la cabeza.

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