Friday, June 19, 2015

capitulo 35

Se arrodilló al borde del estanque y metió la mano. No era muy profundo y el agua era cristalina, pero el sol se reflejaba en la superficie. Entonces un brillo más fuerte cerca del centro le llamó la atención. Se estiró peligrosamente sobre la superficie, perdió el equilibrio y una rodilla cayó al agua seguida de la otra. En una tempestad de furia, se levantó empapada hasta los huesos, alcanzó el anillo y salió. Caminó salpicando hasta el palacio dejando un rastro de gotas.
«Es hombre muerto», se dijo Lali. «Puede que siga caminando por ahí pero está muerto. Si quiere guerra, tendrá guerra».
«Él no sabía que no querías casarte con él», razonó una vocecita en su interior que intentó apagar sin conseguirlo. «Le has estropeado el día de su boda, le has avergonzado delante de su hermana y su cuñado, no has dejado de insultarle».
Arrugó la nariz al sentir otra oleada de lágrimas. De repente se sintió más impotente que en toda su vida. ¿Por qué no había subido al helicóptero entonces?, se preguntó con desesperación.
Y la respuesta le llegó tan clara y simple que devastó su orgullo. La amenaza de no volver a ver nunca a Peter era lo que había destruido su disciplina. El mismo tipo de atracción incontrolable que había destrozado la vida de su madre y había amenazado con hacer lo mismo con la de su tía había encontrado una nueva víctima. Quizá fuera genético.
Y todo era culpa suya, concedió abatida. Para protegerse a sí misma, no había permitido a ningún hombre entrar en su vida y aquel aislamiento voluntario no le había preparado para tratar con Peter. Sin embargo, su mayor enemigo no era él, sino ella misma.
El era el último hombre prohibido, el epítome de sus peores miedos: fenomenalmente atractivo, increíblemente encantador, educado, con gestos extravagantes y con mucho éxito con las mujeres, todo igual que su padre. La peor combinación posible de atributos masculinos. ¿Cómo podía ella desear a un hombre así?
Se quedó de pie temblorosa en una habitación mientras Zulema preparaba un baño en una adyacente. Se dejó quitar el caftan mojado y entró en la bañera como una sonámbulo —¿Quiere algo de comer ahora, mi señora?
Lali salió de su ensimismamiento para encontrarse ataviada con un diáfano camisón blanco de seda. Al mirar hacia abajo y notar como su pálida piel brillaba a través de la fina tela, se sonrojó.
—No, gracias...
—No debería tener miedo, mi señora —susurró calmante Zulema.
—¿Miedo de qué?
—Del príncipe Peter.
—¡Nunca he tenido miedo de un hombre en toda mi vida!
Pero incluso mientras soltaba una carcajada amarga, supo que estaba mintiendo. Peter ejercía una poderosa fuerza sobre sus emociones y sabía el poco control que le quedaba. Ella misma había estado
dispuesta a ofrecerle una aventura... pero eso no había sido suficiente para él.  Peter quería una rendición total y absoluta.
«¡Nunca!», se juró así misma con fiereza.
—Cuando un hombre va a por su mujer por primera vez, es normal que ella se sienta un poco nerviosa —dijo Zulema con una sonrisa tímida—. Pero esta noche muchas mujeres suspirarán de envidia y soñarán con estar en tu sitio en la cama del príncipe.
Lali se quedó sin respiración y le dirigió a Zulema una mirada de incredulidad, pero la pequeña doncella ya estaba saliendo de la habitación. ¡Por supuesto que Peter no iba a estar con ella! Aquella no iba a ser la típica noche de bodas.

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