Tuesday, June 30, 2015

capitulo 27

Es justo que sea franco contigo, Lali –Peter dijo después de haberse casado. – No te amo, sólo me gustas. Tendremos una vida sexual activa, porque creo eso es muy importante en un matrimonio, pero no quiero mentirte en cuanto a mis sentimientos.
Aún ya habiendo pasado casi dos años de cuando él hizo esa confesión, Lali aún sentía el dolor que esa revelación le provocara. Se apegara a la esperanza que Peter acabaría por enamorarse de ella, especialmente cuando percibía que su marido no escondía el placer que sentía al acostarse con ella.
Lali lo adoraba tanto que aceptara los cuartos separados y la indiferencia de Peter en la mayor parte del tiempo que pasaban juntos. Cuando la prueba de embarazo dio positivo, se alejó de ella. Lali sintió su orgullo herido y decidió trancar la puerta que separaba sus cuartos. Y ahora, ¿cómo sería?
Una empleada entró en el cuarto sosteniendo una bandeja con la cena, y Lali decidió comer aún sin tener hambre. Después, se miró en el espejo: allí estaba Lali Esposito, una mujer despreciada, una esposa no amada. Un fracaso como esposa, a pesar de haber intentado de todo para agradar a Peter. Él creía que darle una alianza de matrimonio, su apellido y su riqueza bastaban para ella. Podría haber bastado si Lali se hubiese casado por interés, pero ella amaba a Peter por encima de todas las cosas.
Alejó los ojos del espejo. Tenía que reconocer que no era una mujer sexy, sus senos eran pequeños, era bajita y tenía el cabello demasiado castaño.
Bueno, Peter Lanzani fue el amor de su vida, pero ahora ella sentía que lo odiaba tanto como lo amara anteriormente. Estaba cansada de ser apenas un objeto en las manos de su marido. Peter la buscó sexualmente para embarazarla y, después que lo había conseguido, perdió el interés por ella. Actuaba como si su misión estuviese cumplida y ni siquiera le dio las atenciones que toda mujer embarazada precisa.
Lali se sintió cansada y emocionalmente perturbada. Precisaba ver a su hijo, tocar aquel cuerpito perfumado, ver su sonrisa cuando reconocía a su madre.
Oyó voces que venían de dentro del cuarto del bebé. Entreabriendo la puerta, vio a Peter riendo, sentado en una silla y sosteniendo a Santino en brazos.
Preciso ayuda –él pidió a la niñera.
Su rostro estaba libre de cualquier trazo de agresividad, y él sonreía feliz por estar conociendo a su hijo. No le importaba mostrarse inexperto como padre y pedía ayuda sin ningún pudor. Lali estuvo segura que él nunca le pediría consejo sobre el bebé. Humillada, cerró la puerta con cuidado y volvió a su cuarto. Se sentía aún más lastimada ahora porque Santino no había llorado ni pedido por su madre.
Dejó pasar una hora y fue nuevamente al cuarto del bebé. Santino dormía satisfecho y, si Lali lo despertara, lloraría llamando la atención de la niñera y de
todas las otras mujeres que parecían querer encargarse de él. Se alejó una vez más.
¿Estás satisfechas? Conseguiste tener un hijo de Peter, ¿no? –Adelina habló, agarrando a Lali del brazo.

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