Wednesday, July 1, 2015

capitulo 31

Estoy haciendo valer mis derechos –él prosiguió. – No quiero oír más tus mentiras. ¿Piensas que no sé que tu amante te siguió hasta Douro intentando hablar contigo, después que los encontré uno en los brazos del otro? Por suerte tú, por lo menos, no te encontraste nuevamente con él, sino...
Yo no hice nada malo –Lali insistió, después de un largo silencio. – Si yo me hubiese encontrado nuevamente con Benjamin, no habría problemas. Además, tú y yo nos habíamos separado.
¡Tú eras aún mi mujer y estabas esperando un hijo mío! –Peter dijo enfurecido. – Conseguiste engañarme a escondidas, pero nunca permitiría que me avergonzaras públicamente. Quiero que entienda bien lo que te voy a decir: ¡tú eres mía y serás mía mientras yo quiera! –agregó, empujándola a la cama.
Las palabras de Peter eran durísimas e injustas. Lali nunca se sintió tan golpeada en toda su vida. Observó fascinada a su marido desnudarse.
Peter se desabotonó la camisa, y Lali vio una parte de su pecho bronceado y masculino. Impaciente, él se sacó la camisa y la tiró al piso. El pantalón tuvo el mismo destino, y él se arrancó los zapatos y las medias con un gesto violento. Estaba desnudo delante de Lali, una imagen de masculinidad que siempre la dejaba ansiosa por estar en sus brazos y dejarse poseer.
Esta vez no habrá cuartos separados, ni puertas cerradas entre nosotros –Peter sentenció, acostándose también en la cama.
Yo no quiero hacer el amor... por favor... –Lali murmuró, intentando evitar que su cuerpo actuase contra su voluntad, y ella se entregase al hombre que la lastimaba tanto.
¿A quién estás queriendo engañar?
Lali se ruborizó porque sus protestas parecían de hecho fingimientos. Todo su cuerpo daba muestras que quería hacer el amor con Peter, en aquel exacto momento.
No estás amarrada a la cama, Lali, pero ni siquiera intentas salir de ella. ¿Por qué será? Pues te voy a decir el porqué, querida. Basta que te mire, para dejarte excitada.
Peter rió, mientras comenzaba a sacar la toalla que aún cubría el cuerpo de Lali.
No es verdad. No me dominas más como antiguamente –ella protestó débilmente.
¿De verdad? ¿Entonces cómo explicas las reacciones de tu cuerpo? –Peter observó los pezones de Lali con satisfacción. Peter inclinó el cuerpo y la besó con violencia y sensualidad.
Lali percibió que era inútil intentar controlar la sensación de placer que comenzaba a invadir todo su cuerpo. Aún así, intentó empujar a su marido, clavando las uñas en su espalda. Pero el calor que la invadía la hizo reconocer que lo deseaba.
Por lo que veo, tu resistencia es pequeña –dijo Peter, sintiéndose victorioso. – Descubre tú misma como me siento –agregó, llevando la pequeñísima mano de Lali a tocar su erección.
Era como si el acero estuviese en contacto con la seda, cuando sus cuerpos se
unieron. Nunca habían hecho el amor con la luz encendida como en aquel momento, y Lali se ruborizó al ver las reacciones del cuerpo de su marido.

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