Tal vez debieras haberte quedado con mi primo mientras tuviste la oportunidad –dijo Maria, tomando su cartera y saliendo de la sala.
Lali se quedó sola, sintiéndose aturdida. ¿Entonces Peter tenía una nueva mujer? Debía esperar eso, aún así sintió como si su corazón estuviese siendo despedazado.
Ni bien oyó el ruido del coche de Maria indicando que se había ido, cuando el teléfono sonó.
¿Podemos almorzar juntos? –Peter preguntó. Lali se sorprendió. Peter nunca tuvo el hábito de llamarla cuando estaba trabajando, ni mucho menos la invitaba a almorzar juntos. – Tengo una cosa que hablar contigo –agregó.
Lali estuvo segura que llegara el momento de la despedida. Peter le diría que una mujer como ella, no servía para ser su esposa y que lamentaba haberla traído de vuelta a Portugal, ó si no le diría que amaba a otra mujer y quería la separación. Lali se sintió como si agonizase.
Voy a mandar un coche a buscarte. Me gustaría que vinieras, Lali.
Peter colgó sin esperar una respuesta.
Lali fue hasta su cuarto y examinó los vestidos que comprara después de la boda, ayudada por Maria. Allá estaba el de seda lilas, el otro rojo oscuro, el naranja...
También el demasiado colorido que comprara recientemente en el aeropuerto de Londres. Ninguno discreto, todos de colores fuertes y muy llamativos. ¿Por qué escuchara los consejos de Maria?
Tomó uno de los vestidos, ya que no tenía otra opción. Peter iba a mandarla lejos, lo sabía. La noche anterior, confesara cuan difícil era dormir con ella.
El chofer que fue a buscarla, la llevó al apartamento que Peter tenía en la avenida de la Libertad en Lisboa, y, cuando descendió en frente al edificio, Lali sintió un fuerte dolor en el estómago, anticipando lo que ciertamente iba a pasar.
Peter estaba de pie junto a la ventana de estilo antiguo y parecía elegante y guapo como siempre. La ropa era oscura y discreta y realzaba aún más su tono de piel y el negro de sus cabellos. Lali no conseguía alejar los ojos de él. Quería grabar su imagen, pues tal vez no se viesen más. Recordó la noche anterior cuando la acariciaba en la cama y sintió una ola de calor recorrer su cuerpo.
Gracias por venir –Peter dijo seriamente.
No rehusaría una invitación tuya –dijo Lali, procurando aparentar calma al mismo tiempo en que escondía las manos que temblaban. – ¿Dónde vamos a almorzar?
Me pareció que sería mejor almorzar aquí mismo.
Inmediatamente, Lali se sintió trapeada. Tal vez él tuviese miedo de que ella llorase y no quería llevarla a un lugar lleno de gente. ¿No podía entonces haber esperado para terminar todo con ella cuando estuviesen en casa? Iba a ser tratada como si fuese una joven estudiante que había hecho algo mal y merecía un castigo.
¿Tengo que comer? –ella preguntó. – No tengo hambre.
Como prefieras. ¿Quieres beber algo?
Un brandy, por favor.
ya lali esta pensando cualquiera y peter solo quiere disculparse por como se comporto con ella.
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