Siempre que llamaba a la oficina de Peter, quien la atendía era Maria. Dejaba recados, porque la secretaria siempre le informaba que estaba ocupado. Parecía siempre simpática y aseguraba que pasaría los mensajes al jefe.
Eventualmente habían comenzado a conversar, y Lali pasara a confiar en ella y tratarla como amiga. Maria se ofreció para acompañarla a paseos y hacer sugerencias de como debería vestirse y comportarse en las fiestas para agradar a Peter. Siempre que él viajaba, Maria invitaba a Lali a cenar juntas en su apartamento y fue allá que conoció a Benjamin, aquel que habría de complicarle la vida tiempo después. Benjamin era pintor y había sugerido que posase para un retrato. Imaginando que Peter podría sustituir el cuadro de Luna por el de ella en la pared de la sala, Lali se entusiasmó y aceptó su invitación.
¿Estás pronta? Podemos irnos –Peter preguntó, caminando hasta la puerta de salida.
Lali dejó los recuerdos de lado y resolvió actuar con naturalidad para no llamar la atención de su marido.
¿Cómo podría preguntarle si vivía un romance con su secretaria teniendo sólo como evidencia el hecho que Maria actuara de forma extraña y tuviera libertad de entrar y salir de la casa de su patrón, actitud que una secretaria generalmente no disfrutaba?
Metida en esos pensamientos tortuosos, Lali tropezó con la alfombra y se cayó.
¡Mi Dios! –Peter exclamó, corriendo junto a ella para ayudarla a levantarse. – ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? –preguntó ansioso.
Creo que no –murmuró, intentando no asustarse con el dolor que sentía en el pie.
Peter miró al piso en busca de algún objeto que podría haberla hecho tropezar.
Lali rengueó hasta la limusina. No consiguió hacer que sus dientes pararan de castañar durante todo el viaje hasta la casa en Sintra. Un recuerdo más comenzó a atormentarla: Maria y Peter conversando en el aeropuerto, después que habían desembarcado. Él mandó a Lali a entrar al coche, y ella no oyó lo que habían hablado. Peter debía haber dicho algo que desagradara a Maria, porque ella se puso roja como si estuviese con rabia. ¿Exactamente cuán íntimos serían?
¿Desde cuándo eres tan amigo de Maria? –Lali no consiguió dejar de hacer la pregunta, a pesar que luego se arrepintió y deseó no haber tocado el asunto.
Peter continuó en silencio y, sólo después de un buen tiempo, miró a Lali con aire desaprobador.
Creo que no debemos tocar ese asunto.
¿Qué quería decir con eso? Aquella respuesta evasiva sólo aumentaba la desconfianza de Lali. ¿Por qué no debían hablar de Maria, si ella era apenas una secretaria? ¿Ó habría verdaderamente algo más entre ellos? No conseguiría nunca más confiar en aquella que considerara su amiga.
Apenas estoy curiosa...
masssssssssssssss
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