Thursday, July 16, 2015

capitulo 52

Con una madre que nunca la quiso, al igual que a sus hermanas. y un padre en quien confiaba, que prefirió mentirle durante años antes de tragarse su orgullo. Apartó la mirada, haciendo un esfuerzo por tragar.
-Encontraremos a tus hermanas. Quizás lleve su tiempo, pero lo conseguiremos -le prometió Peter.
-Sí... -asintió Lali con la cabeza para no echarse a llorar.
Una vez arriba, se encerró en el baño y llenó la bañera mientras lloraba a gusto. Aturdida por aquellas sorprendentes revelaciones, se sentía como si le hubiesen arrancado las entrañas. Siempre había idolatrado a su madre y, de repente, aquella admiración no existía más. Simuló que dormía cuando Peter subió a acostarse.
-Mañana me marcho por tres días, tengo que asistir a una reunión en Dubai representando a mi padre-anunció Peter al desvestirse en la oscuridad, sin dejarse impresionar por su actuación-. Me gustaría que me acompañases, pero en este momento no tendrás humor para hablar de tonterías con gente que ni conoces.
- y dudas de que pueda hacerlo bien –añadió Lali.
-Si has podido vértelas con mi padre, estás preparada para cualquier cosa.
-Dime, ¿siempre eres tan encantador cuando hay problemas?
-Oye, sé que en este momento estás dolida, pero no puedo hacer nada al respecto. Estuve a punto de destruir el informe y decirte que el detective no había encontrado nada. Luego me di cuenta de que tenías derecho a saber la verdad y no podía romper la promesa que te había hecho.
-Me casé con un santo.
El colchón cedió bajo su peso y casi inmediatamente la tomó entre sus brazos, dándole un beso que la dejó sin respiración.
-Deja de intentar pelearte conmigo.
Cuando él la besó, su cuerpo rebelde se despertó al amor. Ojalá no hubiese sido tan antipática con él. No tenía ni idea del motivo de su ataque cuando lo único que él hacía era mostrarle comprensión. Se avergonzó por ello. Se dio vuelta hacia él, adorando su olor y su contacto.
-Me molesta que seas tan perfecto todo el tiempo-murmuró.
-Disto mucho de ser perfecto, y tú lo sabes –rió Peter ahogadamente.
-Te, acercas más a la perfección que yo -le dijo mientras él le quitaba el camisón con experta delicadeza-Por ejemplo, ¿dónde has aprendido a hacer esto?
-Sin comentarios.. A veces haces las preguntas más disparatadas, ma bell -respondió él, acariciándole con suavidad la curva de los rotundos senos, deteniéndose a apretar una tensa cúspide y provocándole un hondo gemido.
Arqueó la espalda mientras un ansia sorda le latía entre los muslos e instantáneamente se preparó para recibido, sin poder controlarse. Todo el estrés desapareció con aquella oleada de deseo. Pero un segundo más tarde recordó las recomendaciones del doctor, que se le habían olvidado totalmente, y se separó de Peter como si hubiese tocado un hierro candente.
-No... no podemos...
    Peter lanzó una imprecación y Lali no necesitó traducción para saber que era un improperio.
-Peter...
-Ya he tenido bastante -dijo Peter con sepulcral frialdad, saliendo nuevamente de la cama.
-Lo siento, yo... -dijo Lali, sentándose en la cama, horrorizada al vedo irse.
-Olvídalo -dijo él, poniéndose un par de vaqueros.
-¿Adónde vas? ¿Puedo ir contigo?
-Entonces, no tendría sentido que me fuera, ¿no?
-Es que no quiero que te vayas -reconoció ella con voz ahogada.
-¡Por favor, Lali! ¿Primero me empujas como si te estuviese acosando y luego me ruegas que me quede? -Por favor...
Le respondió un silencio cargado de tensión.
-Lo siento... -dijo Peter por fin, abriendo la puerta-. Lo único que quiero es dormir de un tirón esta no-che.
-No es que no te desease -se apresuró ella a explicar-, es que estoy... ¡estoy embarazada!
Pero el golpe de la puerta akerrarse impidió que él oyese la última palabra.
    Lali estuvo una hora dando vueltas en la cama hasta que finalmente fue a buscarlo. Lo encontró en un dormitorio a dos puertas del suyo, dormido como un tronco.
Lo contempló desde los pies de la cama y las lágrimas le escocieron en los ojos. El corazón amenazó con rompérsele en el pecho al pensar en la posibilidad de perder lo que tenían. Decidió que no sería buena idea agobiarlo y, con una última mirada al perfil recortado sobre el lino blanco de la sábana, volvió de puntillas
a su dormitorio.

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