Wednesday, November 4, 2015

capitulo 17

Ella abrió los labios para responder, pero no pudo pronunciar ni una palabra. Tenía la boca completamente seca, y aún se sentía como si estuviera flotando en algún lugar fuera de la atmósfera del planeta.
—Bien —murmuró Peter con voz seductora—. Ahora tengo una idea todavía mejor.
La agarró por debajo de las rodillas y levantó sus piernas hasta que ella envolvió su cintura con ellas. Ella sintió su erección en la abertura de su femineidad, y por un momento, pensó que debería tener miedo. Después de todo, todavía «no lo habían hecho» completamente, a pesar de las libertades que Peter se había tomado con su cuerpo.
Pero ella quería aquello. Quería a Peter. Lo deseaba. Y todo lo que le hacía aumentaba su deseo.
Y entonces él se adentró en su interior, empujando. Su presión estiraba su estrecha cavidad. Él se movió despacio, pero ella contuvo la respiración, se puso rígida hasta que él se acomodó totalmente entre sus muslos.
—Relájate, Lali —susurró Peter.
Y quitó un mechón húmedo de la frente de ella. Lali abrió los ojos, sin darse cuenta de que había estado apretando los párpados.
No le dolió. No sabía por qué había pensado que dolería. A no ser que fueran todas las historias que se contaban sobre las mujeres que perdían la virginidad. Historias que comprendían lágrimas y sangre.
Pero ella no estaba llorando. Y tampoco creía que estuviera sangrando. Y no sentía dolor. Sentía… Se sentía plena, por primera vez en la vida, teniendo dentro aquella parte íntima de Peter.
—¿Ahora estás mejor? —preguntó él.
—Si.
¿Cómo no lo iba a estar si él era tan suave con ella? ¿Si era tan paciente y considerado, siempre atento a su placer y a su comodidad?
Entonces sintió la urgencia de moverse, de que él se moviera dentro de ella, y aplacar el terrible deseo que palpitaba en su bajo vientre.
Deslizó los dedos por la espalda de Peter y levantó más las piernas. Cruzó los tobillos, encerrándolo más tensamente en su cavidad.
Con un gemido, Peter se irguió sobre sus antebrazos y empezó a moverse hacia delante y hacia atrás. Hacia arriba y hacia abajo, causando una deliciosa fricción entre sus cuerpos.
Ella se sintió húmeda y caliente a medida que él aumentaba su ritmo, y se encontró balanceando sus caderas, tratando de encajar cada empuje. Hundió la cara en el colchón mientras Peter besaba su oreja, el latido de su cuello, la punta de sus
pechos. Su respiración era tan agitada como el latido de su corazón, y oyó sus maullidos de placer.

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