Peter pestañeó para aclararse la visión y registró la cama con la mirada. Ella no estaba a su lado. Se incorporó y vio su ropa tirada en un sofá. La ropa de Lali no estaba.
Sonrió. Seguramente se habría despertado antes que él y habría ido a la cocina a preparar el desayuno. Su estómago se quejó de hambre. No era mala idea.
Se levantó y se puso el pantalón de un pijama de satén negro. Luego salió descalzo de la habitación hacia el salón y la cocina.
Se detuvo en medio del pasillo tratando de escuchar señales de la presencia de Lali. El abrir y cerrar de un armario, el ruido metálico de cubiertos. Pero hubo un silencio sepulcral. Si Lali estaba allí, estaba tan callada como un fantasma.
Pero ella se había ido.
Después de mirar en todo su apartamento volvió a la cocina a preparar una taza de café.
Era una pena que Lali no estuviera allí. Podrían habérselo pasado muy bien aquella mañana. Podría haberla llevado a desayunar fuera, o demostrarle sus habilidades culinarias haciendo una de sus famosas tortillas francesas. Y además, podría haberle hecho otra vez el amor.
Cuando vio la nota sobre la encimera, sintió una punzada de pena, seguida de irritación.
Gracias por hacer de mi cumpleaños un día especial, ponía la nota.
Ni siquiera se había molestado en firmarla.
Peter juró entre dientes mientras arrugaba la nota en su mano y la tiraba en dirección al cubo de basura. La bola de papel chocó contra la pared y cayó detrás de un armario.
¿Por qué le molestaba tanto aquello? Generalmente le gustaba despertarse solo después de una noche de sexo.
Pero podría haberle dicho «adiós» personalmente; podría haberle dado su número de teléfono, o podría haberle dicho dónde vivía. ¿Cómo iba a poder encontrarla sin más datos personales?
«¿Encontrarla?», pensó. ¿Desde cuándo él quería ver a una mujer más de una vez, a excepción de a su exesposa?
Tampoco le ayudaba el saber que era virgen. Era posible que ella pensara que él no se había dado cuenta, pero él lo había notado. Había notado su tensión, y cuando él se había adentrado en ella completamente, ella se había puesto rígida y la había visto morderse el labio inferior para evitar gritar.
Se preguntaba por qué no se lo había dicho antes de que las cosas llegaran a ese punto. Él no había sido rudo con ella, pero habría sido aún más suave si lo hubiera sabido. Lo habría hecho más despacio.
quiero mas
ReplyDeletemasss
ReplyDeleteAaaaa me muero!
ReplyDeleteMasss