Corrió por la calle tratando desesperadamente de no perder de vista a la mujer que le parecía que era Lali.
Estaba distinta. Su cabello era moreno en vez de rubio. Le caía sobre los hombros en lugar de llevarlo despejado de la cara.
Su ropa también era más seria. En lugar de aquel vestido ajustado a sus curvas, llevaba uno estampado con florecillas, holgado, que le llegaba hasta las pantorrillas. Sus zapatos bajos llamaron su atención. Eran sandalias marrones.
Parecía… más terrenal, más sencilla con aquel aspecto. Y, sorprendentemente, a Peter no le pareció menos atractiva.
Casi la había alcanzado, pero mantuvo la distancia, porque quería estar seguro de que aquélla era Lali, y no alguien que se le parecía mucho. También sentía curiosidad por saber adónde iba. Y la única forma de saberlo era seguirla.
A unos seis u ocho bloques de allí, ella giró en la entrada de un edificio de ladrillos marrones. Peter se detuvo a la entrada, y vio que era un complejo de apartamentos, y entró antes de que la puerta de seguridad se cerrase.
Peter pasó por delante de unos buzones que había a la derecha del portal y subió una escalera de roble, tratando de no hacer ruido, mientras oía los pasos de Lali por encima de él.
Se tomó su tiempo. No quería alcanzarla tan pronto.
En la tercera planta oyó que el ruido de sus pasos cambiaba de dirección. Peter empezó a subir los escalones de dos en dos para poder ver en qué apartamento entraba. De perfil, mientras la observaba meter la llave en la cerradura, se parecía más a la Lali que él conocía, a pesar del cambio de aspecto.
Su corazón se aceleró ante la idea de volver a estar cerca de ella. Esperaba que al menos se alegrase de verlo, lo que era cuestionable, teniendo en cuenta el modo en que se había marchado de su apartamento, y que no había intentado ponerse en contacto con él.
Lo que le hizo preguntarse, no por primera vez, por qué él estaba tan obstinado en seguirle el rastro. Esperaba que sólo fuera un caso de orgullo herido, puesto que ella había sido la única mujer con la que había tenido una aventura que no había intentado que la relación con él fuera más que un ligue de una noche.
En el momento en que ella entró en su apartamento, Peter caminó en dirección a él y levantó una mano para llamar a la puerta.
Lali se sobresaltó mientras preparaba un sándwich para el almuerzo. Los golpes en la puerta eran muy fuertes. Casi nunca tenía visitas, y no podía imaginar a nadie que conociera golpeando con tanta energía.
El señor González, el dueño de su apartamento, era un hombre grande, pero dudaba que fuese él, puesto que ella no le había avisado de ningún problema de
fontanería últimamente. Y la señora Snedden, la vecina del apartamento del final del pasillo, solía llamar muy suavemente cuando iba a su casa, y además, normalmente lo hacía por la noche, cuando había hecho algún guiso o algún bizcocho que quería compartir.
Maasss
ReplyDeleteotrooo
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