Thursday, November 5, 2015

capitulo 29

Peter la llevó a la Taberna de Martin. Allí estaban comiendo casi todos los empleados de las oficinas de Georgetown, así que el local estaba lleno. Pero la comida era muy buena y en diez minutos la gente iría menguando.
Cuando la camarera les ofreció un sitio, Peter le pidió una mesa donde pudieran tener un poco de intimidad. Siguieron a la mujer hasta un reservado. Una lámpara de color verde claro colgaba del techo e iluminaba la mesa de madera oscura. La luz del día que entraba por las ventanas no iluminaba la parte trasera de la taberna.
A los pocos minutos, un camarero muy joven fue a tomarles nota de las bebidas. Luego los dejó solos para que mirasen la carta.
Peter miró a la mujer que tenía frente a él, inmersa en la lectura del menú. No podía creer que fuese Lali. Que la hubiera encontrado por sí mismo, así de repente, cuando hacía doce horas que había contratado a un detective para buscarla, le parecía increíble.
Tenía un aspecto diferente al de aquella noche en su apartamento, pero el cambio era positivo. Tenía el cabello con un peinado más natural, sin laca. Su ropa parecía más cómoda también; más acorde con su personalidad, al menos con la personalidad que le parecía atisbar. Aunque debía admitir que él tenía cierta debilidad por aquel diminuto vestido negro que había llevado el día de su cumpleaños.
Afortunadamente, sus ojos no habían cambiado. Eran del mismo color chocolate con leche que recordaba. Y su sonrisa seguía siendo la de una niña, aunque apenas la había visto sonreír desde que la había sorprendido al aparecer en la puerta de su apartamento hacía veinte minutos.
No sabía muy bien si tenía motivos lógicos para hacerlo, pero desde que la había vuelto a ver se sentía de buen humor y contento.
¿Qué diablos le pasaba? ¿Qué tenía de especial aquella mujer que parecía ocupar cada célula de su cerebro?
No era el tipo de mujer que solía gustarle. Sin embargo, su cara se le aparecía en la memoria desde que se levantaba hasta que se iba a dormir. Se pasaba el día pensando dónde estaría, quién era, qué estaría haciendo, y si la volvería a ver.
Ahora la tenía al otro lado de la mesa. Y no se le ocurría nada que decirle. Ni una sola de las preguntas que habían rondado su mente y sus entrañas desde hacía días. Se encontraba simplemente agradecido de haberla encontrado, y de que hubiera aceptado ir a comer con él.
Apareció el camarero y pidieron sándwiches variados. Cuando se fue el camarero bebieron té helado y charlaron sobre cosas intrascendentes hasta que llegó la comida.

2 comments: